viernes, 8 de diciembre de 2017

TEATRO ANTERIOR A LA GUERRA CIVIL.

Teatro anterior a la Guerra Civil. (1898-1936). Tendencias principales, autores y obras

         -Contexto histórico de los temas anteriores.
         -Características de los movimientos en los temas anteriores.

            Los dos principales caminos del teatro anterior a la Guerra Civil son dos: el comercial y el innovador, amén de teatro cómico y en verso.
El primero tiene un gran éxito de público, como teatro burgués que suele tratar con dedicación la vida de la burguesía sin crítica social. Son autores de esta corriente Arniches, Jardiel Poncela, los hermanos Álvarez Quintero, el primer Miguel Mihura o Muñoz Seca. El máximo representante del teatro comercial es Jacinto Benavente (1866-1954). Su mejor obra es Los intereses creados de 1907.
El segundo premio Nobel de la Literatura Española empezó a estrenar obras como El nido ajeno con una crítica a la burguesía, si bien no tuvo demasiado éxito de crítica, salvo Azorín. Sus primeras obras son realistas pero, con el tiempo, se va acomodando a la dramaturgia más comercial.
Su obra se suele clasificar por sus interiores:
1.      Burgueses ciudadanos: El nido ajeno (1894)
2.      Cosmopolitas: La noche del sábado (1903)
3.      Provincianos: La Gobernadora (1901)
4.      Rurales: La malquerida (1913)
El teatro innovador sigue la herencia de Henrik Ibsen (Casa de muñecas). Es un tipo de teatro con menos afluencia de público, menos salas y, desde luego, menos rédito económico para los empresarios que no arriesgaban con obras que no fueran a ver una gran mayoría de espectadores. Los nombres fundamentales para entender el teatro anterior a 1936 son, sin duda, Valle Inclán y García Lorca.

TEATRO DEL 98
El teatro del 98 surge del Modernismo y camina hacia el esperpento valleinclanesco. Consideramos dramaturgos del 98 a Unamuno, Azorín, Jacinto Grau y Valle.
Miguel de Unamuno (1864-1936), al que ya hemos visto como poeta, novelista y, en breve, ensayista, es uno de los nombres principales del 98. En teatro destaca su sobriedad, por lo que se le ha dado en llamar a su dramaturgia, Teatro desnudo. Hace dramas de tesis, es decir, obras en la que lo importante es la idea que representa el pensamiento del autor, por lo que escenografía y personajes se ven reducidos. El tema fundamental de su obra es el mismo que se recoge en novelas y ensayos: el conflicto existencial. Destacan en su producción obras como la actualizada obra griega Fedra  (1910), El otro (1926) o La venda (1899).
José Martínez Ruiz, Azorín (1874-1967) prefiere un teatro antirrealista en el que navegan las preocupaciones internas del dramaturgo. Comedia del arte (1927) o la trilogía Lo invisible son sus obras más destacadas.
Ramón María del VALLE INCLÁN (1866-1936). Ramón del Valle y Peña nació en Villanueva de Arousa en una familia noble aunque no bien acomodada. Tomo el pomposo nombre de un antepasado suyo. Más que dedicarse a los estudios prefiere inmiscuirse en los círculos literarios de Galicia, Madrid y México inventándose, muchas veces, datos de su propia biografía, animando con anécdotas varias cada café de artistas que visitaba. Es un bohemio de fin de siglo que empieza a tomar conciencia, desde su Modernismo esteta y propenso a la evasión, de los problemas asociados al Desastre de 1898.  Es el creador del Esperpento, como deformación absoluta de la realidad para, precisamente, conocer la verdadera realidad. Tuvo periodos de éxito y de polémicas con la Autoridad pertinente.
Ruiz Ramón propone varias etapas para estudiar el teatro de Valle:
1.      Ciclo mítico. Nos sitúa en una Galicia fantástica y sobrenatural como en Comedias bárbaras [trilogía formada por Águila de Blasón (07), Romance de lobos (08) y Cara de plata (22)] o en El embrujado (1913) o Divinas Palabras (1920).
2.      Ciclo de la farsa. Empieza a reflejar la sociedad de un modo grotesco. Farsa y licencia de la reina castiza (1920) donde se burla de los personajes importantes del finales del siglo XIX y principios del siglo XX.
3.      Esperpento. “Inventado por Goya”, como dice Max Estrella en Luces de bohemia, el esperpento es el proceso hispánico por el cual se sublima lo grotesco, eso que parece gracioso pero que tiene un fondo de amargura y patetismo. Es un movimiento antiburgués que roza el expresionismo y critica la corrupción de una sociedad movida por el interés, el dinero… La deformación llega al lenguaje mezclando usos y giros idiomáticos de todo tipo: el modernista petulante, el coloquialismo, el lenguaje prostibulario… muy parecido al lenguaje de Quevedo en el siglo XVII. Las obras más destacadas dentro del Esperpento son Martes de carnaval [Los cuernos de don Friolera (21), Las galas del difunto (26) y la polémica La hija del capitán (27)] y, por supuesto, Luces de bohemia.
Luces de bohemia (1920) es un viaje dantesco, es decir, siguiendo los pasos de Dante en el Infierno, que realiza el poeta ciego Max Estrella acompañado y guiado por don Latino de Hispalis. En las veinticuatro horas que representan las quince escenas de esta obra se ve el Madrid bohemio, anacrónico, sucio, anarquista, de principios del siglo XX. El gran número de personajes representan la sociedad de la época y  muchos de ellos son marionetas del autor, ya sea como muñecos, animales o cosas. Son famosas, en este punto, las acotaciones de Valle, una prosa delicada a la par que grotesca sobre la posición y descripción de los personajes que están en escena. El estilo viene a conformar la proyección paródica de los asuntos históricos de que trata la obra a través de citas ajenas como recurso paródico donde todo es crítica y todo es criticable. 


EL TEATRO DE LA GENERACIÓN DEL 27

Los dramaturgos del 27 fueron vanguardistas y aplicaron a su teatro las técnicas de los ismos más importantes.

            Rafael ALBERTI (1902-1999)
Antes de la guerra su teatro vanguardista trata los mismos temas que su poesía, recorriendo también las mismas influencias (neopopularismo, surrealismo...): El hombre deshabitado. Sus obras del exilio muestran angustia y añoranza: El adefesio (1944), Noche de guerra en el Museo del Prado (1956).

            Max AUB (1903-1972)
Francés de nacimiento y valenciano de corazón. Sus obras anteriores a la guerra son vanguardistas, si bien destacan, sobre todo, sus obras del exilio: El rapto de Europa (1946) donde el conflicto lo llevan a cabo una serie de poetas españoles exiliados en la Guerra Civil.

            Alejandro CASONA (1903-1965)
Es un dramaturgo casi lírico que trata temas trascendentes para el ser humano. La sirena varada (1933) y Nuestra Natacha (1936) son sus obras más representativas de preguerra. En el exilio su teatro se hace aún más poético: Prohibido suicidarse en primavera (1937) y La dama del alba (1944).

            Federico GARCÍA LORCA (1898-1936)
Al igual que en su poesía su teatro trata la oposición entre el principio de autoridad y el principio de libertad. Los marginados, excluidos, los incomprendidos son atacados por un principio de autoridad que se basa en la opresión.
Sus primeras obras son muy líricas, en verso, influido por los clásicos pero también por autores modernistas que escribían teatro en verso. Su primera obra fue El maleficio de la mariposa de 1920, tan lírica y simbólica que no fue comprendida y no tuvo ningún éxito. En las siguientes, el lirismo no está en la forma sino en la manera de tratar los contenidos. Su obra cada vez más, se va acercando al concepto wagneriano de teatro total donde se integra escenografía, música, texto, danza...
Tras El Maleficio..., publica una serie de farsas para guiñol como Retablillo de don Cristóbal (1931) y para personas como La zapatera prodigiosa (1930) y Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín (1933). Su influencia vanguardista se ve en obras imposibles de representar, salvo montajes muy arriesgados, como son El público, de 1930, y Así que pasen cinco años, de 1931.
Sus grandes obras son aquellas en la que su producción tiende a lo humano como la historia de la malograda Mariana Pineda, de 1927 y en verso, o su trilogía sobre las mujeres andaluzas: Bodas de sangreYerma y La casa de Bernarda Alba (1933, 1934 y 1936, respectivamente).







































Historia de una escalera

Historia de una escalera, de Antonio Buero Vallejo
                        INTRODUCCIÓN
                        Esta obra de teatro recibe un premio Lope de Vega en 1949, lo que respalda el gran éxito de crítica y público que tuvo en su momento. Corresponde al teatro innovador de posguerra y pertenece al teatro existencialista del autor que, representa el máximo exponente del teatro social en la década siguiente con obras como Un soñador para un pueblo o El tragaluz, antes de exponerse al experimentalismo de los años setenta en, por ejemplo, La Fundación. La historia, aparentemente sencilla, señala el fracaso de las ilusiones y el inexorable paso del tiempo.
El tiempo, como continuo y reiteración, es una máxima en este autor que ve en ello una tragedia. El teatro de Buero Vallejo provoca una catarsis o transformación en el espíritu del que observa los diferentes planos de la vida que se despliegan en escena. Así pues, ver es vivir y la realidad es necesaria para provocar ese cambio. Realidad que, debido al contexto histórico de represión franquista y censura de la posguerra, se muestra sin exceso pero también sin ambages.
                        BATERÍA DE PREGUNTAS (atención a la secuencia temporal)
1    1.      Al principio de la obra aparece un personaje que va de puerta en puerta en la escalera. ¿Quién es?
2.       ¿Qué le pasa a doña Asunción?
3.       ¿Qué hace don Manuel por ella?
4.       ¿De quiénes son padres Asunción y Manuel?
5.       ¿De quién está enamorada Elvira?
6.       ¿A qué se dedica Urbano?
7.       ¿Por qué Fernando emplaza a Urbano en diez años?
8.       En esta primera conversación entre estos dos personajes, cuál es el miedo que se trasluce de las palabras de Fernando.
9.       ¿Quiénes son las hermanas de Urbano?
10.   ¿Con quién tiene una relación Pepe al principio de la obra?
11.   ¿Por qué se le tiene miedo a Pepe en la escalera?
12.   ¿Quién dice (y a quién) “todavía no te has dado cuenta de que eres un ser inofensivo”?
13.   ¿Qué es una agencia en la obra?
14.   Fernando y Carmina hablan, al final del primer acto, y según él, ella le quiere. ¿Cómo sucede?
15.   ¿Qué símbolo existe en el final del primer acto? ¿Qué significa?
16.   ¿Cuánto tiempo transcurre entre el primer y el segundo acto?
17.   ¿Quiénes han muerto en ese transcurso?
18.   ¿Quién se ha emparejado en este tiempo?
19.   ¿Qué quiere hacer Urbano con Carmina en estos momentos tan duros para ella?
20.   ¿Cómo reacciona ella?
21.   ¿Por qué se entristece tanto el señor Juan al principio del segundo acto?
22.   ¿Qué hace Trini por Rosa?
23.   ¿Cómo se llama el hijo de Elvira?
24.   ¿Cuánto tiempo pasa entre el acto dos y el tres?
25.   ¿Cómo ha cambiado la escalera en ese tiempo?
26.   ¿De qué se queja Paca al inicio del tercer acto?
27.   Una conversación en este acto entre dos jóvenes anónimos desvela una operación urbanística, ¿de qué se trata?
28.   ¿Cómo se llama el hijo pequeño de Fernando?
29.   ¿Cuántos años cumple?
30.   ¿A quién le pide matrimonio?
31.   Los hijos mayores de Fernando y Carmina quieren tener una relación pero no se lo permiten. ¿Quién? ¿Con qué pretexto? ¿Qué les harán?
32.   ¿Cuál es la triste analogía entre Trini y Rosa?
33.   ¿Qué problema de salud tiene Carmina?
34.   Urbano y Fernando riñen. Se echan en cara asuntos viejos. ¿Cuáles son?
35.   A la riña se unen más personas. ¿Quiénes son y qué se dicen?
36.   En el diálogo final se repiten gestos y palabras anteriores. ¿Qué sucede?

sábado, 7 de octubre de 2017

San Manuel Bueno, mártir

San Manuel Bueno, mártir


Abrimos un espacio de reflexión sobre la primera obra de la que nos vamos a examinar este curso. Esta novela de Miguel de Unamuno, publicada en 1931, ensalza la figura de su protagonista, el párroco de un pequeño pueblo castellano, don Manuel, que es visto con devoción y santidad por todos sus feligreses. Unamuno se encarga de pintarlo como un santo por su voz, su apostura, su letanía bíblica y su perdón. No critica, siempre disculpa. No le gusta estar ocioso: 
                                            "Pensar ocioso es pensar en no hacer nada."
Lo que expresa un dolor íntimo, un gran secreto que esconde el personaje. Nunca se detiene para pensar. Se preocupa por todos y hasta disculpa el pecado mortal: el suicidio. Valora la felicidad, como en el caso de su beso a las manos de un payaso que trae la felicidad a su pueblo. Pero tanta alegría esconde una tristeza profunda. Lázaro, el personaje llamado a ser el antagonista de don Manuel, hace un paralelismo entre la villa sumergida en el lago y sus campanadas por San Juan y las campanadas sumergidas del alma de don Manuel: sospecha que hay algo más. 
El agua es un símbolo. El agua estancada del lago donde habita un secreto y la que se mueve en forma de corriente en el pecho de algunos como la corriente de suicidio que sintió el padre de don Manuel toda la vida. Símbolos de la muerte y de la vida que conduce hacia la muerte.
Los mismos nombres de los protagonistas son simbólicos: mensajeros, resucitados... pero, sobre todos, Manuel: "Dios con nosotros".
Te invitamos a leer la obra, con la mente abierta, y, si quieres, siguiendo esta pequeña batería de preguntas. Algunas son técnicas, concretas, muy particularistas. Otras son más generales o tendentes a la reflexión sobre lo leído. 

Preguntas:

  1. ¿Cuál es el nombre del pueblo de la narradora?
  2. ¿Cuál es el nombre de la narradora?
  3. ¿Para qué llevan a este personaje al colegio de señoritas?
  4. ¿Dónde estaba Lázaro al principio de la novela?
  5. ¿Por qué motivo se decía que don Manuel había entrado en el seminario?
  6. ¿Qué hizo don Manuel por "la desgraciada hija de la tía Rabona"?
  7. ¿Qué otro oficio tenía el sacristán?
  8. ¿Qué personaje responde constantemente con frases propias de los Testamentos?
  9. ¿Qué está, según la gente del pueblo, sumergido en el lago espejando la montaña?
  10. ¿Quién dice "Lo primero es que el pueblo esté contento"?
  11. ¿Quién dice "Le temo a la soledad"?
  12. ¿Cómo se llama la madre de Lázaro?
  13. ¿De qué hablan en sus primeras confesiones don Manuel y la narradora?
  14. ¿Qué le responde don Manuel?
  15. ¿Por qué se enoja Lázaro con sus familiares cuando regresa?
  16. ¿Quién era "bueno" por ser "inteligente"?
  17. ¿A qué obliga don Manuel a Lázaro ante la pronta muerte de su madre?
  18. ¿Qué supone un triunfo para don Manuel y el pueblo?
  19. ¿Por qué don Manuel es un "santo" según las palabras de Lázaro?
  20. ¿Cuál es la religión de don Manuel según la confesión de Lázaro?
  21. ¿Qué función sacerdotal toma la narradora con don Manuel?
  22. Está de acuerdo don Manuel con la máxima marxista de que la religión es "el opio del pueblo"? ¿Por qué?
  23. ¿Cuál es el mayor pecado, en la vida de don Manuel?
  24. ¿Donde desea morir don Manuel?
  25. ¿Con quién muere?
  26. ¿Quién llama a don Manuel, y cuándo, por primera vez "san Manuel Bueno, el mártir"?
  27. ¿A qué enseñó el párroco, según la narradora?
  28. ¿Quién ha comenzado el proceso de beatificación de don Manuel?
  29. Al final de la novela se produce un cambio de narrador. ¿Cómo es el proceso?
  30. ¿Qué opinión te merece el relato?


jueves, 13 de abril de 2017

Fuera de temario: Narrativa hispanoamericana.

     Aunque este tema se titula "Narrativa hispanoamericana en la segunda mitad del siglo XX", nos es necesario dar un paso atrás y, al menos, comentar qué es eso de literatura hispanoamericana. Aunque no es este el sitio de profundizar en ningún tema, es útil recordar que la literatura hispanoamericana, es decir, la literatura en lengua española independientemente del país en que se publique, empieza a considerarse en el siglo XVI, la centuria de la conquista de América por parte de los españoles. Grandes plumas desde entonces recuerdan la preferencia por el seguimiento de las tendencias de mayor auge en la "madre patria", ya fuera el Inca Garcilaso de la Vega, de insignie nombre también por aquellos lares, o el preciosismo culterano de sor Juana Inés de la Cruz. Pasados los tiempos coloniales, con su dominación, el siglo XIX trae a América influencias francesas: el Romanticismo, el Realismo, y una joven poesía que a finales del siglo tiene raigambre en América en las figuras de José Martí y, sobre todo, Rubén Darío; era el Modernismo. Por primera vez un movimiento nos llega de América y no es exportado desde España. A partir de ese momento la importancia de la literatura hispanoamericana no ha dejado de crecer en nombres como Borges, Neruda, Huidobro, García Márquez, el reciente Nobel Vargas Llosa, Cortázar y muchos más que no podemos listar por razones de extensión. La lengua española se desarrolla ampliamente gracias, entre otras cosas, a los más de cuatrocientos millones de hispanohablantes que abandonando viejas premisas como la de la "lengua del imperio" leen a Skármeta, Benedetti o Laura Esquivel.
Vicente Huidobro

Sor Juana Inés de la Cruz





Jorge Luis Borges

    La narrativa, en concreto, es una de las perlas de ese tesoro lingüístico hispanoamericano. Veremos en este tema cómo hasta la década de los años cuarenta, más o menos, se mantiene fiel a temas y estilos propios de lo americano (novela indigenista, novela regionalista) pero más tarde se universaliza, se extiende rápidamente por su originalidad, su diversidad de estilos, también por un descubrimiento editorial -acaso mercantil- pero, sobre todo, por su calidad. Sin olvidar que la vuelta al cuento, a la narrativa breve (a veces hasta micronarrativa), es una de las tendencias más importantes del siglo y un elemento que llega hasta nuestros días.

     Narrativa hispanoamericana en la primera mitad del siglo XX
   
     En el Modernismo, el cuento era un vehículo de expresión perfecto para mostrar el esteticismo del movimiento ya fuera con temas fantásticos como los cuentos de Leopoldo Lugones (Las fuerzas extrañas, 1906) o los misterios de Horacio Quiroga (lee El almohadón de plumas si te gusta Poe). Pronto el realismo entra en escena a través de una serie de novelas que muestran la realidad americana. Son: a) la novela regionalista o de la tierra, que habla del determinismo que une al americano con el medio ambiente en el que vive, cada uno intenta dominar al otro y termina siendo una invitación a la barbarie (Rómulo GallegosDoña Bárbara); b) la novela social, narrativa en la que caben novelas de la revolución como las de Manuel Azuela y novelas indigenistas como las de Jorge Icaza donde los derechos del indio a sus tierras son narrados desde una perspectiva mágica como las novelas del "boom" hispanoamericano.

     Narrativa hispanoamericana de la segunda mitad del siglo XX
   
     La inmigración europea tras las guerras en este continente determinaron un crecimiento exponencial de las ciudades y un cambio de costumbres para muchos de los habitantes americanos. La novela de "lo nuestro" que se había realizado hasta ahora no tenía cabida en la nueva forma de narrar que tiende a romper con el realismo tradicional al incluir elementos mágicos que representan a una colectividad (es el inicio de lo que se dio en llamar "realismo mágico" o "lo real maravilloso"). Alguna de las características de estas nuevas narraciones también se han producido en nuestro país en la posguerra, por ejemplo, el afán por indagar en la existencia del individuo, en su problemas como individuo y en sus miedos. Es esta una literatura estética en la que la metaliteratura, la parodia, la ruptura del tiempo o el uso singular del narrador adelantan el posmodernismo en España a través de las primeras publicaciones en Barcelona y Madrid de García Márquez, Cortázar o Vargas Llosa.
     Se suelen señalar tres tendencias generales en esta narrativa de la segunda mitad de siglo. Son la novela metafísica, la existencial y la del realismo mágico.

     - La novela metafísica es aquélla en la que se busca trascendencia a los problemas del hombre. Los nombres más destacados son Jorge Luis Borges y José Lezama Lima. Borges, argentino, poeta, conocedor del Madrid de principios de siglo y narrador excepcional escribió obras de grato recuerdo como Ficciones,  Historia universal de la infamia El aleph (pincha aquí si quieres leer el cuento homónimo). Sus cuentos, dictados pues ya su débil visión le impedía la lectura y la escritura, están plagados de autores que no son más que recreaciones del doble y la copia de todos nosotros, inmensas bibliotecas o laberintos y una pudorosa selección del lenguaje.

Aleph, la primera letra del alfabeto protocananeo.

   










     Lezama Lima, barroquista narrador cubano, dejó en Paradiso una biografía existencial de su protagonista, lo que le granjeó algunos problemas por tratar el tema de la homosexualidad. http://www.elpais.com/articulo/portada/Jose_Lezama_Lima/Lezama/Lima/Paradiso/elpepuculbab/20101127elpbabpor_30/Tes
    
Juan Carlos Onetti
     - La novela existencial entronca con la literatura que en los años cuarenta y cincuenta se está haciendo en Europa al preocuparse de la condición humana. Son Juan Carlos Onetti  y Ernesto Sábato los autores más destacados de esta tendencia con obras como La vida breve (del uruguayo Onetti) o El túnel (angustia vital contada por Sábato).

     - La novela del realismo mágico. Alejo Carpentier, uno de sus iniciadores, la llamaba de "lo real maravilloso" por ser permeable al irracionalismo de lo mágico desde la perspectiva del realismo. Sus características principales vienen determinadas por la influencia de tendencias extranjeras, como la renovación de Kafka, Lloyce o Faulkner -de los que se toman el monólogo interior, la anacronía, etc.- , el surrealismo europeo -del que se toma el onirismo y la capacidad de superar la realidad- y otras.
     Los iniciadores son Miguel Ángel Asturias y Alejo Carpentier con obras como Señor Presidente (del novelista guatemalteco Asturias) en la que se habla del dictador tipo de América, o El siglo de las luces (del cubano Carpentier) donde se relata la revolución americana.
     En la década de los sesenta se produjo el "boom" hispanoamericano y Europa acogió la obra de muchos de los autores del realismo mágico (amén de ensayistas y novelistas de otras tendencias). Los nombres más destacados de ese momento son Juan Rulfo, Julio Cortázar, Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes y Mario Varga Llosa.

     Los grandes nombres:

     Juan Rulfo. Este novelista mexicano es autor de dos únicas obras: Pedro Páramo y El llano en llamas (cuentos).  La primera es su obra más representativa y se publicó en 1955. Su tema no es novedoso puesto que trata la revolución mexicana pero sí su renovación estilística pues incluye rupturas temporales, monólogos interiores, etc. La historia relata el viaje de un hijo que busca a su padre muerto, Pedro Páramo, también desde la muerte en un diálogo de tumbas.
Fragmento de la película basada en Pedro Páramo: http://youtu.be/GGsZTh_HWPU


Julio Cortázar
      Julio Cortázar. Argentino afincado en París. Cortázar es el creador de una narrativa basada en el hiperenlace y la unión de elementos muy diferentes en un mismo plano. La vuelta al día en ochenta mundos o Rayuela son sus obras más conocidas.   Obras en las que la realidad está superada por una red de palabras inventadas que dirigen al lector a muchos planos a la vez (también físicamente, por ejemplo, Rayuela se puede leer de principio a fin o saltando capítulos).  Propongo un reto: lee el siguiente texto y pregúntate qué has entendido del mismo.  

     Gabriel García Márquez. Sus primeras novelas tanteaban el encuentro del escritor con el lugar mítico de una de sus mejores novelas, Macondo en Cien años de soledad (1967).

     "Muchos años después, fente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo."

     En esta obra el autor colombiano presenta una saga familiar, la de los Buendía, que fundan, constuyen y se pierden en Macondo como el ser humano ante sus propias tragedias. La muerte está presente en cada esquina del pueblo jugando al escondite con una vida que se muestra complementada con la magia de lo sobrenatural americano. Formalmente es una novela que bebe de la renovación narrativa del siglo XX. Como ejemplo, el episodio del hielo, para García Márquez el germen de la novela (aunque está hacia la mitad de la misma), que nos recuerda sobremanera el inicio de La metamorfosis de Kafka, obra cuya lectura sobrecogió e inspiró al autor.
Sobre García Márquez y Kafkahttp://docs.google.com/viewer?a=v&q=cache:-xtZbSXg0H8J:logia.it/index2.php?option%3Dcom_docman%26task%3Ddoc_view%26gid%3D13%26Itemid%3D74+garc%C3%ADa+m%C3%A1rquez+cien+a%C3%B1os+de+soledad+kafka&hl=es&gl=es&pid=bl&srcid=ADGEESjTx1dgouZm1OFBcyNxeD0gd9v10JW-MdNNWmAxpa_Pd5aXWCvFwdqxuU14zgavBLFBGNVmDCJsmmbP5H9ZRf1LZRHNNM-mfpUMe5boaTFg9VlBTRmaaAcOexjspYsbyYz1qCvT&sig=AHIEtbROHxNPccGy7kgL7WIszFwClpxyJg&pli=1
Otras novelas del autor de Aracataca son: El coronel no tiene quien le escribaEl otoño del patriarca , Crónica de una muerte anunciadaEl amor en los tiempos del colera...

    
     Carlos Fuentes. En La región más transparente une lo diacrónico y lo sincrónico y en  La muerte de Artemio Cruz ofrece una visión crítica de la revolución mexicana. Innova formalmente al presentar tres personas narrativas diferentes en la narración del relato.


    
Mario Vargas Llosa
     Mario Vargas Llosa. El escritor peruano y español,  Premio Nobel 2010 (uno más de entre los muchísmos Nobel que hay en estas páginas), utiliza su propia biografía como materia novelable en sus primeras obras (La ciudad y los perros o La tía Julia y el escribidor). En pleno auge de la novela experimentalista publica narraciones como Pantaleón y las visitadoras Conversación en La Catedral, de una complicación técnica evidente. Es un autor que ha sabido amoldarse a todas las tendencias hasta nuestros días.


     No podemos olvidarnos de otros autores de novela y cuento como Mario Benedetti, Laura Esquivel, Cristina Peri Rossi, Antonio Skármeta o Augusto Monterroso:
   
     "Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí"

     Las últimas tendencias son: la novela y los medios de comunicación social (donde la novela es un medio más y el novelista, un comunicador) con nombres como Alfredo Bryce Echenique, y la metanovela (en la que el lugar estético de la narración sigue siendo preponderante en nuestra sociedad), con ejemplos como la producción del mexicano Salvador Elizondo.

     Terminamos el tema ofreciendo unos enlaces a una serie de cuentos hispanoamericanos:

     Borges, "Funes el Memorioso" en Ficcioneshttp://www4.loscuentos.net/cuentos/other/3/19/158/
     Benedetti, "Los novios" en  Montevideanos: http://www4.loscuentos.net/cuentos/other/2/5/83/
     Monterroso," La oveja" en La oveja negra y demás fábulas:
             http://biblio3.url.edu.gt/Sopa/2010/OvejaNegra.pdf

Novela española desde 1975 hasta nuestros días. Tendencias, autores y obras principales

Novela desde 1975 hasta nuestros días. Tendencias, autores y obras principales.


    
Con la muerte de Franco el 20 de noviembre de 1975 se establece una nueva era para la cultura española: la Transición que, en rigor, duraría al menos hasta 1982. En este tiempo ocurrieron muchos aspectos innovadores como la redacción de la Constitución (1976), las primeras elecciones generales en libertad y la legalización del Partido Comunista (ambas en 1977), el Golpe de Estado de 1981 y la aplastante mayoría del Partido Socialista Obrero Español en 1982, lo que luego abriría la posibilidad de entrar en el Mercado Común europeo, en la OTAN, etc. En este ambiente de aperturismo, fomentado por la ausencia de censura, se pensó que saldrían a la luz los textos supuestamente escondidos durante la represión franquista, pero no fue así. 


  • "Contra Franco, escríbiamos mejor", chascarrillo literario de la primera Transición. 


El panorama narrativo quedaba del siguiente modo: agotamiento por la década experimental, agotamiento por las décadas de realismo político, influencia cultural de elementos narrativos de segundo orden, de la publicidad, de cualquier elemento cultural transversal… En definitiva se vuelve a novelar pero con el presupuesto del Posmodernismo.

El Postmodernismo surgió después de la primera Guerra Mundial como una reacción a los fracasos percibidos en el modernismo, cuyos proyectos artísticos radicales habían llegado a ser asociados con el totalitarismo3 o habían sido asimilados en la cultura dominante. Las características básicas de lo que ahora llamamos posmodernismo se pueden encontrar ya en la década de 1940, especialmente en la obra de Jorge Luis Borges.4 Sin embargo, la mayoría de los estudiosos de hoy están de acuerdo en que el posmodernismo comenzó a competir con la modernidad a finales de 1950 y ganó ascendencia sobre él en los años 1960.5 Desde entonces, el postmodernismo ha sido dominante, aunque no indiscutible, fuerza en el arte, la literatura, el cine, la música, el teatro, la arquitectura y la filosofía. Las características sobresalientes de la posmodernidad normalmente incluyen el juego irónico con estilos, citas y niveles narrativos,6 un escepticismo metafísico o nihilismo hacia la "gran narrativa" de la cultura occidental,7 una preferencia por lo virtual a expensas de lo real (o más exactamente, un cuestionamiento fundamental de lo que "lo real" constituye)8 y una "disminución del afecto"9 por parte del sujeto, que se encuentra atrapado en el libre juego de lo virtual, signos interminables y reproducibles que inducen un estado de conciencia similar a la esquizofrenia.10
https://es.wikipedia.org/wiki/Pospostmodernismo

Y, desde hace veinte años, Postposmodernimo:

Desde finales de 1990 ha habido una pequeña pero creciente sensación tanto en la cultura popular como en el mundo académico de que la posmodernidad "ha pasado de moda."11 Sin embargo, ha habido pocos intentos formales para definir y nombrar la época sucesiva al posmodernismo, y ninguna de las designaciones propuestas todavía se ha convertido en parte del uso corriente.
https://es.wikipedia.org/wiki/Pospostmodernismo

            En las últimas décadas se observa una pluralidad de tendencias  con una corriente general: se vuelve al relato, bien por el cansancio de la renovación de la etapa precedente bien porque se recuperan subgéneros en los que hay que contar una historia (novela policiaca, realismo histórico...). Algunas de las tendencias de esta época son:

1.     La primera no es propiamente una tendencia, pero sí, la recuperación de nuestro patrimonio narrativo pues, sigue habiendo escritores de las épocas anteriores  con una producción adaptada a los nuevos tiempos:
·         Camilo José Cela, Miguel Delibes o Gonzalo Torrente Ballester, que empezaron a escribir en los 40 y han pasado por todas las tendencias. Madera de boj (1999), El hereje (1998), Doménica (1999) son, respectivamente, sus últimas obras.
·         Carmen Martín Gaite, Ana María Matute, Juan Marsé, Juan Goytisolo ya escribían en el realismo de los cincuenta y, sobre todo, en los años ochenta, siguen publicando. Lo raro es vivir (1997), Olvidado rey Gudú (1996), Rabos de lagartija (2000), Paisajes después de la batalla (1982) son, respectivamente, sus obras más celebradas de este periodo.
·         Francisco Ayala o Rosa Chacel representan a los exiliados y la reconciliación nacional. En esta época publicaron El jardín de las malicias (1988) y Barrio de maravillas (1976), respectivamente.

2.     La metanovela o metaficción. La propia novela explica el germen de la creación. Papel mojado de Juan José Millás (1983)  o La orilla oscura de José María Merino (1992), son ejemplos de esta tendencia. 

3.     Novela lírica. Se busca la perfección formal. La lluvia amarilla de Julio Llamazares (1988) o La fuente de la edad de Luis Mateo Díez (1986). 

4.     Novela autobiográfica. La experiencia personal o los recuerdos de otros conforman un diario estéticamente impecable. Destaca en esta tendencia la novela femenina. Corazón tan blanco (1992), Javier Marías;   El somier (1990), Luisa Castro. 

5.  Novela histórica. La vuelta al relato es evidente  y además, destaca el uso de una documentación profusa y una ironía fina, como en La verdad sobre el caso Savolta (1975) obra fundamental tanto en la tendencia histórica como en la policiaca. Es de Eduardo Mendoza. Lourdes Ortiz plantea una unión de la novela histórica y el relato de mujeres en el  retazo de la vida de la reina castellana Urraca  (1982). Es frecuente que el asunto histórico esté ambientado en la Guerra Civil, como Soldados de Salamina, de Javier Cercas (2001).

6.      Novela policiaca, de intriga o negra. La serie Carvalho de Vázquez Montalbán o las primeras novelas de Pérez Reverte atestiguan la vuelta a un subgénero en el que priman el narrador y la intriga. 

            Otras tendencias son la novela culturalista (Luis Antonio de Villena), erótica (Almudena Grandes)  y la vuelta al realismo desde una perspectiva social: es el realismo-crónica de nuestro tiempo (Belén Gopegui)  o un mero reflejo de lo más descabalado (realismo sucio, Historias del Kronen,  de J. Á. Mañas).
           
            Es destacable el aumento de narraciones cortas o cuentos que hay en esta época, así como el intenso consumismo de los premios literarios y el consecuente negocio editorial y el mercantilismo publicitario de la literatura (“novela de mujeres”, por ejemplo).
     Son muchas las tendencias, se relacionan entre sí, se mezclan o toman cosas de algunas para construir otras, pero lo que prima en todas ellas es el uso de la ironía respecto a novelas anteriores.





Teatro español desde 1940 hasta finales del siglo XX. Tendencias, autores principales y obras




La tortuga de Darwin, Juan Mayorga.

TEATRO ESPAÑOL DESDE LA GUERRA         

            El corte que supuso la Guerra Civil en España no dejó, claro está, de afectar al género dramático. Veremos, brevemente –designios de Selectividad-, de qué manera el teatro recorre movimientos existencialistas, sociales, vanguardistas, pero también, conservadores, a lo largo de medio siglo.
            Durante la guerra, el teatro, en unos casos, se puso al servicio de la propaganda bélica e ideológica, como en con las Guerrillas del Teatro dirigidas por María Teresa León; en otros casos se intenta recuperar clásicos contemporáneos como Bodas de sangre, de Lorca, o Electra, de Galdós, amén de alguna reescritura como la que hizo Rafael Alberti de La Numancia de Cervantes, representadas todas estas por la Alianza de Intelectuales.
Alberti y María Teresa León
            Acabada la contienda, el panorama resultaba desalentador: muchos de los grandes dramaturgos del periodo anterior estaban muertos (Lorca, Unamuno, Valle) o exiliados (Aub, Casona, Alberti) rompiéndose así las líneas con el teatro innovador de preguerra, dejando las líneas más conservadoras (en torno al teatro burgués) condenadas a luchar con las traducciones del teatro extranjero y la continua deserción del público a las butacas del cine.
            El teatro del exilio no se puede abordar si nombrar a Rafael Alberti que, con obras como El Adefesio (1944) nos habla de los estragos de la batalla desde una perspectiva existencialista. Alejandro casona representa el simbolismo y la poesía en obras teatrales como Prohibido suicidarse en primavera  (1937) o La dama del alba (1944). Max Aub, que en la guerra había sido Secretario del Consejo Nacional de Teatro, completa su actividad como poeta, novelista y también dramaturgo con obras como Morir por cerrar los ojos (1944) o El rapto de Europa (1945) sobre la Segunda Guerra Mundial. Otros dramaturgos del exilio son Pedro Salinas o León Felipe.
            En España, abriendo la década de los cuarenta, se observan esas líneas conservadoras que anotamos antes. Una de ellas es el teatro al estilo benaventino (una ligera crítica de costumbres en una estética realista). El testamento de la mariposa (1941) de José María Pemán o Cuando llegue la noche (1943) de Joaquín Calvo Sotelo, atestiguan ese teatro amable, intrascendente, que pretende el entretenimiento del público. Otra de las líneas conservadoras es la continuación del teatro de humor. Enrique Jardiel Poncela, que ya había sorprendido a propios y extraños con Usted tiene ojos de mujer fatal en 1933, rompió con las formas tradicionales de lo cómico a través de situaciones grotescas o inverosímiles. Una de las obras más conocidas es Eloísa está debajo de un almendro (1940) y representa fielmente esas características del nuevo teatro de humor basado en el absurdo de las situaciones, diálogos y personajes cuya historia termina siendo igualmente intrascendente. Heredero del trabajo de jardiel Poncela, Miguel Mihura presenta una obra muy temprana (escrita en 1932, publicada en 1947, estrenada en 1952) que abre la posibilidad de un teatro del absurdo en España: Tres sombreros de copa. El resto de la producción de Mihura (Melocotones heladosMaribel y la extraña familia…) no sigue esa senda rupturista que promovía su primera comedia con sus diálogos inverosímiles, infantiles y grotescos a un tiempo. Una nueva línea teatral, alejada de la conservadora, se abre a finales de la década de los cuarenta en la figura de los jóvenes dramaturgos Antonio Buero Vallejo y Alfonso Sastre: el teatro existencialista.  Buero consigue introducir una dosis de crítica social, sorteando la censura, en obras como Historia de una escalera (1949) donde los temas humanos tienen un lugar privilegiado. Más radical, Alfonso Sastre con, por ejemplo, Escuadras hacia la muerte (1953) muestra un discurso abiertamente antifranquista. 










Buero y Sastre van recorriendo las diferentes etapas del teatro a partir de 1939, modificando sus formas para expresar los mismos temas en una etapa (a partir de 1955) en la que conviven un teatro social y de denuncia con uno conservador. En la década de los cincuenta todos los géneros literarios buscan un público capaz de captar la realidad desde un punto de vista crítico, ya sea porque está más preparado (jóvenes universitarios) o porque está agotado del teatro burgués (que, sin embargo, llega hasta nuestros días). Es el teatro social. Se recogen técnicas valleinclanescas sobre deformación de la realidad, influencias expresionistas y simbolistas para la denuncia sobre el duro trabajo de los obreros, la siempre presente burocracia o las injusticias sociales. Obras como Un soñador para un pueblo (1958, basado en el motín de Esquilache) o El tragaluz (1967), un angustioso drama sobre una familia y sus funestos recuerdos de la guerra, por parte de Buero, representan estas características. La taberna fantástica (1966), a medio camino entre el teatro de denuncia social y el renovador, es el mejor ejemplo de Sastre para esta época. Sin olvidar otro autor social como es Lauro Olmo y su obra La camisa (1961) en la que trata los temas de la emigración y de la miseria. El teatro conservador, en los cincuenta, es del dominio de Alfonso Paso en el ámbito comercial (Juicio a un sinvergüenza, 1952) o de Antonio Gala (Los verdes campos del Edén, 1963) como autor transgenérico que llega hasta nuestros días.


Tórtolas, crepúsculo y... telón, de F. Nieva.



El teatro renovador, que empieza a manifestarse a finales de los años sesenta, recopila las características vanguardistas anteriores a la guerra así como las extranjeras (alegorización de personajes en ideas, un mayor uso del esperpento, la importancia desmesurada de los elementos extraverbales, etc.) en un teatro más complejo y menos realista que introduce elementos de otras artes como el circo o el cine. Buena parte de ese teatro se desarrolla en la calle gracias a la labor de los provocadores grupos de teatro independiente: Els Joglars,  Els Comediants, en Cataluña; Los Goliardos,  Ditirambo, en Madrid, etc. Los autores que destacan más en esta etapa son Francisco Nieva y Fernando Arrabal. Nieva, digno seguidor de Valle, presenta un teatro de denuncia con estética experimentalista. Su obra se agrupa en tres centros: Teatro furioso (1953-1973), Teatro de farsa y calamidad (1961-1990) y Teatro de crónica y estampa (1976). Arrabal –surrealista, esperpéntico y absurdo a un tiempo- escribe un teatro basado en el humor, la confusión, el terror, el azar y la euforia. Sus primeras obras (Pic-nic, 1952, El cementerio de automóviles, 1965) ya navegan en lo absurdo[i]. Su teatro pánico, de un alto grado surrealista, da paso a obras originales y vanguardistas como La balada del tren fantasma (1975). Buero Vallejo también está presente en esta etapa con La fundación (1974).


Grupo de teatro independiente desde los años setenta.


Los últimos años, desde la llegada de la democracia, han visto una paulatina desaparición de los autores teatrales porque cada vez se hace menso teatro, se prefiere representar lo seguro (los clásicos), los nuevos autores no se dan a conocer… Con todo, el teatro de estas últimas décadas ha visto grandes obras. Las corrientes o modelos presentes en nuestro tiempo son tres. La primera es la representación de generaciones anteriores, sobre todo en lo que se refiere, por una parte a los vanguardistas de la etapa pasada y, por otra, a autores queridos por el público como Buero Vallejo o Antonio Gala. La segunda es la vuelta al realismo con obras como ¡Ay Carmela!  (1986) de José Sanchís Sinistierra o Los ochenta son nuestros  (1988) de Ana Diosdado. Y la tercera es la comedia de costumbres renovada con un importante componente urbano como vemos en Bajarse al moro (1984) de José Luis Alonso de Santos.
En fin, un sinnúmero de realizaciones dramáticas diferentes que dan como resultado una rica variedad de tendencias, movimiento y autores. Es de lamentar, sin embargo, que los teatro no suban tanto el telón, lo que, sin duda, perjudica el futuro del género en España.




[i] Como el maestro francés del absurdo A. Artaud



Luis Merlo en Bajarse al moro (1987) por Ali_rdc