jueves, 13 de abril de 2017

Novela española desde 1975 hasta nuestros días. Tendencias, autores y obras principales

Novela desde 1975 hasta nuestros días. Tendencias, autores y obras principales.


    
Con la muerte de Franco el 20 de noviembre de 1975 se establece una nueva era para la cultura española: la Transición que, en rigor, duraría al menos hasta 1982. En este tiempo ocurrieron muchos aspectos innovadores como la redacción de la Constitución (1976), las primeras elecciones generales en libertad y la legalización del Partido Comunista (ambas en 1977), el Golpe de Estado de 1981 y la aplastante mayoría del Partido Socialista Obrero Español en 1982, lo que luego abriría la posibilidad de entrar en el Mercado Común europeo, en la OTAN, etc. En este ambiente de aperturismo, fomentado por la ausencia de censura, se pensó que saldrían a la luz los textos supuestamente escondidos durante la represión franquista, pero no fue así. 


  • "Contra Franco, escríbiamos mejor", chascarrillo literario de la primera Transición. 


El panorama narrativo quedaba del siguiente modo: agotamiento por la década experimental, agotamiento por las décadas de realismo político, influencia cultural de elementos narrativos de segundo orden, de la publicidad, de cualquier elemento cultural transversal… En definitiva se vuelve a novelar pero con el presupuesto del Posmodernismo.

El Postmodernismo surgió después de la primera Guerra Mundial como una reacción a los fracasos percibidos en el modernismo, cuyos proyectos artísticos radicales habían llegado a ser asociados con el totalitarismo3 o habían sido asimilados en la cultura dominante. Las características básicas de lo que ahora llamamos posmodernismo se pueden encontrar ya en la década de 1940, especialmente en la obra de Jorge Luis Borges.4 Sin embargo, la mayoría de los estudiosos de hoy están de acuerdo en que el posmodernismo comenzó a competir con la modernidad a finales de 1950 y ganó ascendencia sobre él en los años 1960.5 Desde entonces, el postmodernismo ha sido dominante, aunque no indiscutible, fuerza en el arte, la literatura, el cine, la música, el teatro, la arquitectura y la filosofía. Las características sobresalientes de la posmodernidad normalmente incluyen el juego irónico con estilos, citas y niveles narrativos,6 un escepticismo metafísico o nihilismo hacia la "gran narrativa" de la cultura occidental,7 una preferencia por lo virtual a expensas de lo real (o más exactamente, un cuestionamiento fundamental de lo que "lo real" constituye)8 y una "disminución del afecto"9 por parte del sujeto, que se encuentra atrapado en el libre juego de lo virtual, signos interminables y reproducibles que inducen un estado de conciencia similar a la esquizofrenia.10
https://es.wikipedia.org/wiki/Pospostmodernismo

Y, desde hace veinte años, Postposmodernimo:

Desde finales de 1990 ha habido una pequeña pero creciente sensación tanto en la cultura popular como en el mundo académico de que la posmodernidad "ha pasado de moda."11 Sin embargo, ha habido pocos intentos formales para definir y nombrar la época sucesiva al posmodernismo, y ninguna de las designaciones propuestas todavía se ha convertido en parte del uso corriente.
https://es.wikipedia.org/wiki/Pospostmodernismo

            En las últimas décadas se observa una pluralidad de tendencias  con una corriente general: se vuelve al relato, bien por el cansancio de la renovación de la etapa precedente bien porque se recuperan subgéneros en los que hay que contar una historia (novela policiaca, realismo histórico...). Algunas de las tendencias de esta época son:

1.     La primera no es propiamente una tendencia, pero sí, la recuperación de nuestro patrimonio narrativo pues, sigue habiendo escritores de las épocas anteriores  con una producción adaptada a los nuevos tiempos:
·         Camilo José Cela, Miguel Delibes o Gonzalo Torrente Ballester, que empezaron a escribir en los 40 y han pasado por todas las tendencias. Madera de boj (1999), El hereje (1998), Doménica (1999) son, respectivamente, sus últimas obras.
·         Carmen Martín Gaite, Ana María Matute, Juan Marsé, Juan Goytisolo ya escribían en el realismo de los cincuenta y, sobre todo, en los años ochenta, siguen publicando. Lo raro es vivir (1997), Olvidado rey Gudú (1996), Rabos de lagartija (2000), Paisajes después de la batalla (1982) son, respectivamente, sus obras más celebradas de este periodo.
·         Francisco Ayala o Rosa Chacel representan a los exiliados y la reconciliación nacional. En esta época publicaron El jardín de las malicias (1988) y Barrio de maravillas (1976), respectivamente.

2.     La metanovela o metaficción. La propia novela explica el germen de la creación. Papel mojado de Juan José Millás (1983)  o La orilla oscura de José María Merino (1992), son ejemplos de esta tendencia. 

3.     Novela lírica. Se busca la perfección formal. La lluvia amarilla de Julio Llamazares (1988) o La fuente de la edad de Luis Mateo Díez (1986). 

4.     Novela autobiográfica. La experiencia personal o los recuerdos de otros conforman un diario estéticamente impecable. Destaca en esta tendencia la novela femenina. Corazón tan blanco (1992), Javier Marías;   El somier (1990), Luisa Castro. 

5.  Novela histórica. La vuelta al relato es evidente  y además, destaca el uso de una documentación profusa y una ironía fina, como en La verdad sobre el caso Savolta (1975) obra fundamental tanto en la tendencia histórica como en la policiaca. Es de Eduardo Mendoza. Lourdes Ortiz plantea una unión de la novela histórica y el relato de mujeres en el  retazo de la vida de la reina castellana Urraca  (1982). Es frecuente que el asunto histórico esté ambientado en la Guerra Civil, como Soldados de Salamina, de Javier Cercas (2001).

6.      Novela policiaca, de intriga o negra. La serie Carvalho de Vázquez Montalbán o las primeras novelas de Pérez Reverte atestiguan la vuelta a un subgénero en el que priman el narrador y la intriga. 

            Otras tendencias son la novela culturalista (Luis Antonio de Villena), erótica (Almudena Grandes)  y la vuelta al realismo desde una perspectiva social: es el realismo-crónica de nuestro tiempo (Belén Gopegui)  o un mero reflejo de lo más descabalado (realismo sucio, Historias del Kronen,  de J. Á. Mañas).
           
            Es destacable el aumento de narraciones cortas o cuentos que hay en esta época, así como el intenso consumismo de los premios literarios y el consecuente negocio editorial y el mercantilismo publicitario de la literatura (“novela de mujeres”, por ejemplo).
     Son muchas las tendencias, se relacionan entre sí, se mezclan o toman cosas de algunas para construir otras, pero lo que prima en todas ellas es el uso de la ironía respecto a novelas anteriores.





No hay comentarios:

Publicar un comentario