domingo, 20 de noviembre de 2016

Tema I. Modernismo y 98

1.      MODERNISMO Y 98

Los autores de principios de siglo han sido divididos en modernistas y noventayochistas aunque hoy se considera superada esta división pues en ambos casos hay renovación estética. Salinas habla de estética para el Modernismo y ética para el 98. Algunos autores manejan los dos movimientos: Machado y Valle- Inclán.
El Modernismo (que fue un término peyorativo en un principio) supone una oposición al realismo agotado y la prosa prosaica anterior (salvo Bécquer y Rosalía de Castro que serán modelos). Su origen es europeo y americano, de hecho para el caso de España es el primer movimiento que se importa desde América, con un nombre con mayúsculas: Rubén DARÍO. Sus características más señaladas son la búsqueda de la sensibilidad a través de la belleza sensorial y musical, así como el deseo de encontrar una forma cuidada alargando versos (11 o 14), utilizando ritmos de pies acentuales (dáctilos, anfíbracos y anapestos). Se intenta expresar lo subjetivo con un gusto exagerado por la evasión en un tono exquisito. Una característica fundamental es la consecución de la frase EL ARTE POR EL ARTE  (lema del Parnasianismo, movimiento francés de base del Modernismo: http://es.wikipedia.org/wiki/Parnasianismo ).
La base del Modernismo es francesa (finales del siglo XIX) y se sustenta en dos movimientos: el Parnasianismo (de Théophile GAUTIER y su famoso lema “El arte por el arte”, donde se exagera el gusto por lo exótico antes que por los temas humanizados) y el Simbolismo (VERLAINE, RIMBAUD, MALLARMÉ). Éste último movimiento busca ir más allá de los sensible recurriendo a los símbolos (atardecer como ‘muerte’, agua como ‘vida’…). Su influencia se deja ver notablemente en Rubén DARÍO, Antonio y Manuel MACHADO y Juan Ramón JIMÉNEZ.
Rubén Darío (1876-1916) es el principal impulsor del Modernismo, si bien sigue los pasos de José MARTÍ. Resume todas las características anteriores en su persona. Se dice que el Modernismo empieza en 1888 con Azul y se posterga con otras de sus obras como Prosas profanas (1896) y Cantos de vida y esperanza (1905).
 Su progresión poética va de la evasión en mundos utópicos a toma de pulso de la realidad. En Cantos… hay poemas de tema hispánico y crítica a EE.UU., tendentes a la melancolía.
Antonio y Manuel Machado (Alma, 1902), Francisco Villaespesa (La musa enferma, 1901), Juan Ramón Jiménez, Valle-Inclán (La pipa de Kif, 1919) o Miguel de Unamuno también han sido considerados como poetas modernistas.
El término “Generación del 98”  fue acuñado por AZORÍN (en ABC). En ella incluye a Baroja, Unamuno, Maeztu, Valle, Antonio Machado y él mismo. http://hemeroteca.abc.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/madrid/cultural/1998/03/20/007.html
Las características generales del 98:
-         Unidos por el Desastre.
-         Se acercaron estéticamente al Problema de España (decadencia) en el símbolo de Castilla (ninguno era de Castilla). Hay tres temas fundamentales por los que analizan España: 1. su paisaje (Castilla), 2. su historia (intrahistoria) y 3. su literatura (clásicos como representación de España).
-         Evolucionan hacia el compromiso político.
-         Poéticamente destacan Machado, Valle y Unamuno.
-         Reaccionan contra la retórica anterior y renuevan el panorama literario.
-         Su estilo es sobrio y directo y muy subjetivo.
Los temas principales de la Generación del 98 son: Vida, Muerte, Sentido de la vida, Paso del tiempo (desde una perspectiva clásica, el “sentido de la vida” está influido por tintes filosóficos, propio de la reflexión del siglo XX). Son preocupaciones existenciales unamuniananas. Además, la religión, como tema controvertido en este grupo, aporta núcleos temáticos divergentes dependiendo del autor del que se trate (católicos vs. anticlericalistas).
Antonio MACHADO (1875-1939)
Nació en Sevilla aunque toda su familia pronto se trasladó a Madrid. Es hijo de un importante folclorista y hermano de un importante poeta modernista, Manuel Machado, con el que colaboró en varias obras de teatro. Tuvo una formación liberal en la Institución libre de enseñanza (fundada por Giner de los Ríos) que se ofrecía como alternativa a la educación en centros religiosos. Fue un mal estudiante, tuvo oportunidad de vivir en Francia durante un tiempo, allí aprendió francés y conceptos simbolistas. De vuelta a España opositó para ser profesor de francés. Uno de sus destinos como profesor fue Soria, donde conoce Castilla y a Leonor, es decir, el 98 y la historia de amor y muerte. Tras la muerte de Leonor, cambia su destino a Baeza donde recuerda Castilla desde la perspectiva del 98. Volverá a Madrid, se volverá a enamorar y apoyará la República. En la guerra se va al bando republicano (en Valencia) desde comienza el exilio hacia el sur de Francia. Su final, lastimoso, tras pasar la frontera con su madre a sus espaldas, se produce en Colliure. Sus últimos versos hablan de “Las mañanas azules de su infancia…”.
Su producción poética evoluciona desde lo modernista (con influencias románticas y simbolistas) en Soledades (1903), su revisión de 1907 Soledades, galerías y otros poemas, hasta posiciones más comprometidas con España en Campos de Castilla (1912) donde enlaza con el Noventayochismo. Su producción se completa con Nuevas canciones (24), Canciones a Guiomar (29, en Revista de Occidente) y Poesías de guerra.
Sus temas son intimistas, su propia vida, y sociales, España y su decadencia. Además, como reducto simbolistas, el paso del tiempo, la muerte y Dios.
Soledades: obra modernista e intimista. El Simbolismo aparece con la tarde, la fuente, etc. Soliloquio. Campos de Castilla (1912, ampliada en 1917) tiene los mismos temas que las anteriores obras con el tema de Castilla añadido y la asociación con la pena y el recuerdo por la muerte de Leonor. La obra incluye “Proverbios y Cantares” más  el romance de “La tierra de Alvargonzález”.
Antonio Machado ha pasado como uno de los padres de la poesía del siglo XX, junto con Juan Ramón Jiménez, y su sencillez expresiva ha sido base para la obra de muchos otros autores líricos.
Miguel de UNAMUNO (1864-1936)
Don Miguel tiene en su poesía los mismos temas que en su prosa (religión, existencia, Castilla como paradigma español…). Poesías (1907),  El Cristo de Velázquez (20), Teresa (24), Cancionero  (28-29). Sus obras tienen un estilo sobrio muy marcado.
Juan Ramón JIMÉNEZ (1881-1958)
Sus primeras obras son modernistas, con simbolismo y paisajes melancólicos.
Aunque también escribe prosa (Platero y yo, novela lírica) su vida es poesía. Empieza en el Modernismo, se encasilla en el Novecentismo pero su obra sigue avanzando hasta estar fuera de cualquier movimiento. 
Su primera poesía es adolescente (Ninfeas, 1900; Almas de violetas). La poesía modernista: Rimas, 02; Arias tristes, 03; Elejías, 07-08; Sonetos espirituales, 14-15… 

NOVELA DE LA GENERACIÓN DEL 98
            Como para estudiar la generación del 98, hay que fijarse en el Modernismo.  La novela noventayochista tiene un claro exponente en la novela modernista, con dos obras destacadas. Por un lado, las Sonatas de Valle y, por otro, Platero y yo de Juan Ramón Jiménez. Ambas narraciones son la cumbre del género en el Modernismo español por su estilización, sensualidad y decadencia.
            En el 98 se mantienen la renovación del lenguaje y la idealización del paisaje, pero recuperando temas de las grandes novelas decimonónicas, con la precisión lingüística de Azorín o la fuerza intelectual de Unamuno. Y es que en este principio de siglo XX lo más destacado en materia de narrativa (como también sucede en el teatro) son las dos corrientes: la conservadora línea del Realismo y  el rupturista camino de la literatura innovadora, ya sea Modernismo, Vanguardia, etc.
MIGUEL DE UNAMUNO (1864-1936) hace novelas existencialistas que reflejan un conflicto o agonía, en su sentido clásico, como efecto motivo recurrente sobre sus preocupaciones filosóficas. Algunas de sus obras más destacadas son Niebla[1] (14), Abel Sánchez (17), La tía Tula (21) o San Manuel Bueno, mártir [2](33). Don Miguel va transformando las novelas en nivolas, es decir, narraciones donde el personaje actúa con la libertad del ente de ficción (influencia de Pirandello y sus Seis personajes en busca de autor de 1921).
Sobre la obra de Unamuno:
            PÍO BAROJA (1872-1956) es un autor pesimista y crítico con la sociedad de su tiempo y opina que la vida es una lucha en la que siempre pierde el débil. En un principio recoge el Idealismo romántico, el determinismo naturalista y el impresionismo descriptivo del Modernismo, pero luego crea un mundo de ficción con referencias propias. Podemos destacar dos etapas en la producción barojiana. La primera, hasta 1912, con una variedad temática destacada, con obras como Camino de perfección (obra homónima de Sta. Teresa, 1902), El Árbol de la Ciencia (1911), etc. Y una segunda etapa con trasfondo histórico y una perspectiva irónica más agudizada.
Sobre la obra de Baroja:
                                         
Se le ha tachado de impreciso por sus paisajes y descripciones impresionistas y su mínima penetración psicológica de los personajes. Ese desorden ha pasado también a la clasificación de su obra, recogida en su mayoría en Memorias de un hombre de acción (22 tomos con el hilo conductor de un antepasado suyo, Eugenio de Avinareta,  que luchó en las guerras carlistas) y trilogías que muchas veces no tienen elementos en común o, simplemente, no son grupos de tres sino de cuatro novelas. Las más destacadas son Tierra vasca en la que destaca Zalacaín el aventurero (09), La vida fantástica, donde se encuentran Camino de perfección[3] y Paradox, rey  (06), La lucha por la vida –trilogía  a la que pertenece La busca  (04)-, La raza, donde encontramos El árbol de la ciencia, Las ciudades (César o nada de 1910, El mundo es ansí de 1912) o El mar, una de esas tetralogías encabezadas por la novela Las inquietudes de Shanti Andía (11).
Las novelas de Baroja presentan seres inadaptados que fracasan en su lucha vital. Un elemento destacable es la abulia existencial (ataraxia) en la que habitan. Un rasgo estilístico es el gusto por el diálogo de los personajes con una intervención irónica del narrador pero reducida a mostrar el malestar de los personajes.
Ramón María del VALLE-INCLÁN (1866-1936). En un principio es un representante de la bohemia, pero va evolucionando hacia posiciones más radicales que le traen más de un problema en el ámbito social, político y literario. Empieza en el Modernismo con sus Sonatas decadentes y sensuales. Es un grupo de cuatro novelas enmarcadas en las diferentes estaciones del año, como representación de las edades del protagonista, un “donjuán” gallego, el Marqués de Bradomín. La primera que publicó fue la Sonata de Otoño (1902), seguida de la de Estío (1903),  Primavera (1904) e Invierno (1905). También es modernista su trilogía La guerra carlista, compuesta por Los cruzados de la causa (08), El resplandor de la hoguera (09) y Gerifaltes de antaño (09).
Sus siguientes novelas transforman la realidad en una visión deformada, por influencia de la Vanguardia, como le pasa a su producción dramática con el esperpento. Es una manera de descubrir la patética y cruel cara de la realidad. El esperpento es una crítica a la aparente buena sociedad burguesa a través de la renovación de géneros y formas literarias. Todo esto se ve plasmado en obras como Tirano Banderas (26) y la tetralogía inconclusa de El ruedo ibérico (La corte de los milagros, Viva mi dueño, Baza de espadas y El trueno dorado).
Sobre la obra de Valle Inclán:
·           http://www.elpasajero.com/
José Martínez Ruiz, AZORÍN (1863-1967) fue el autor que dio nombre a la Generación del 98 en su famoso artículo de ABC. Fue crítico literario, columnista, dramaturgo… lo vamos a estudiar como ensayista y en este apartado  como novelista. Protege sus novelas de la acción prefiriendo para ellas el movimiento cero. La voluntad, de 1902 o Antonio Azorín (de cuyo personaje tomó su pseudónimo) de 1903 son clara muestra de ello. En estas obras todavía toma elementos autobiográficos para realizar sus novelas. A partir de ellas, en obras como Don Juan (1922) o Doña Inés (1925) son sus personajes los que expresan las inquietudes del autor.
Sobre la obra de Azorín:
       



EL ENSAYO DEL 98
¿Qué es el ensayo y cómo llegamos al ensayo noventayochista? Un ensayo es un texto en prosa de extensión diversa y amplia variedad temática, eso sí, con carácter reflexivo. Sus características fundamentales son la subjetividad y la estrecha relación con el contexto histórico en el que se realiza. Sus orígenes son grecolatinos en forma de diálogo filosófico, pero no es hasta muchos siglos más tarde cuando se habla de ensayo moderno con autores como Montaigne o Francis Bacon. Una reflexión subjetiva parecida al ensayo surge en España en el siglo XVI con fray Antonio de Guevara y en el XVII con Quevedo, Gracián o Saavedra Fajardo. El ensayo español actual nació, como ya hemos estudiado, en el siglo XVIII con autores como Feijoo o Cadalso. En el XIX, Larra y sus artículos costumbristas suponen el aldabonazo para el género con un tono directo y periodístico. Los principales ensayistas decimonónicos son krausistas y regeneracionistas y abogan por una modernización en España, como es el caso de Francisco Giner de los Ríos. A final de siglo los autores se centraron en el tema de España (Unamuno, Azorín),tema que no se va a retirar del ensayo español pues los novecentistas van a creer en la reforma española (Ortega y Gasset) y tras la guerra, en las décadas de los cuarenta y cincuenta, la España existencial también será un tema predilecto.
Ensayo noventayochista. Teniendo en cuenta el “Desastre”. El tema de España es el más tratado, ya sea desde las posiciones moderadas como desde las más radicales. Por encima de diferencias ideológicas, estos ensayistas creen en un carácter español representado en la sempiterna Castilla (unificadora, poseedora del alma del pueblo español). Estos ensayos contienen muchos elementos autobiográficos y pretenden establecer un diálogo constante con el lector. La preocupación sobre la identidad cultural española llevó a un análisis crítico de la historia y el paisaje de lo español. Los ensayistas del 98 son Unamuno, Azorín, Ganivet y Maeztu. Machado y Baroja, nombres fundamentales para la Generación del 98, aunque son los máximos representantes de la Lírica y la Narrativa del momento, también se pueden agrupar en el Ensayo por obras como Los complementarios (12-24) o Juan de Mairena (36) en el caso de Antonio Machado o El tablado de Arlequín (04) o Juventud, egolatría (17) de Pío Baroja. Ambos eran autores liberales, si bien Baroja se radicaliza con el tiempo haciéndose más individualista y anarquista. Esto se ven en sus ensayos pues prefiere la libertad a los preceptos.
Miguel de Unamuno. Sus ensayos reflejan, una vez más, la evolución de su Pensamiento bajo razonamientos subjetivos, lo que conforma una “autobiografía espiritual”. Socialista de joven, una crisis religiosa lo alejó de “preocupaciones externas” y lo llevó discutirse continuamente la fe y la razón. En torno al casticismo (1895) señala a Castilla como la verdadera identidad española, introduciendo en sus ensayos el concepto de “intrahistoria”. Vida de Don Quijote y Sancho (05) presenta las manifestaciones literarias de un país como la base de la identidad de ese país, en este caso, España. Se observa cierta inquina con Cervantes. Del sentimiento trágico de la vida (13) nos presenta la angustia entre la fe y la razón y lo difícil que supone dar el salto de fe. La Agonía del Cristianismo (25) es uno de los ensayos más importantes del siglo. La palabra Agonía está tomada en su sentido etimológico, como ‘lucha’, y señala el combate de fe que habita en su interior.
José Martínez Ruiz, Azorín. Parte del periodismo, por eso sus ensayos son colecciones de artículos. Su evolución ideológica es la contraria a Baroja pues sus inicios son anarquistas (el grupo de los tres…) pero termina siendo una persona conservadora. Azorín hace dos tipos de ensayo: los que tienen como tema España y los de crítica literaria. Los primeros gozan de unas grandísimas descripciones de Castilla, bien en Los pueblos (Ensayos sobre la vida provinciana), La ruta de Don Quijote, ambos de 1905, o su obra más reconocida, Castilla, de 1912, donde presenta su preocupación por el paso del tiempo. De los ensayos de crítica literaria, que son más impresionistas y subjetivos, destacan Lecturas españolas (12) o Clásicos y modernos (13). [8]
Ángel Ganivet (1865-1898)[9].  En realidad es un autor regeneracionista que murió el mismo año del “Desastre”, es difícil, por tanto situarlo dentro de la generación. Si bien sus ensayos tratan el tema de España desde la misma perspectiva que el resto de los ensayistas que estamos estudiando. El también novelista Ganivet publicó un ensayo fundamental, Idearium español (1897) que nos presenta una visión idealista en la que encuentra una identidad española basada en la independencia, el individualismo y el espíritu guerrero.
Ramiro de Maeztu (1875-1936). Es otro autor que evoluciona desde posiciones exaltadas a bases tradicionales, en concreto católicas, y que también procede del periodismo. En su ensayo Don Quijote, Don Juan y Celestina (1929), los mitos literarios son los que mejor reflejan el alma de Castilla y España. En su obra Defensa de la Hispanidad (1834) identifica los más altos valores españoles con los del catolicismo.


[5] http://findesemana.libertaddigital.com/el-crimen-del-capitan-sanchez-1276229969.html El estreno de esta obra supuso una nueva polémica con la dictadura militar de Primo de Rivera.
[6] Primer Canto de La Divina Comedia donde el protagonista cruza Infierno, Purgatorio y llega al Paraíso en busca de su amada. En el Infierno le acompaña  y guía un poeta clásico, Virgilio.

 TEATRO DEL 98
            Los dos principales caminos del teatro anterior a la Guerra Civil son dos: el comercial y el innovador, amén de teatro cómico y en verso.
El primero tiene un gran éxito de público, como teatro burgués que suele tratar con dedicación la vida de la burguesía sin crítica social. Son autores de esta corriente Arniches, Jardiel Poncela, los hermanos Álvarez Quintero, el primer Miguel Mihura o Muñoz Seca. El máximo representante del teatro comercial es Jacinto Benavente (1866-1954). Su mejor obra es Los intereses creados de 1907.
El segundo premio Nobel de la Literatura Española empezó a estrenar obras como El nido ajeno con una crítica a la burguesía, si bien no tuvo demasiado éxito de crítica, salvo Azorín. Sus primeras obras son realistas pero, con el tiempo, se va acomodando a la dramaturgia más comercial.
Su obra se suele clasificar por sus interiores:
1.      Burgueses ciudadanos: El nido ajeno (1894)
2.      Cosmopolitas: La noche del sábado (1903)
3.      Provincianos: La Gobernadora (1901)
4.      Rurales: La malquerida (1913)
El teatro innovador sigue la herencia de Henrik Ibsen[1] (Casa de muñecas). Es un tipo de teatro con menos afluencia de público, menos salas y, desde luego, menos rédito económico para los empresarios que no arriesgaban con obras que no fueran a ver una gran mayoría de espectadores. Los nombres fundamentales para entender el teatro anterior a 1936 son, sin duda, Valle Inclán y García Lorca.
El teatro del 98 surge del Modernismo y camina hacia el esperpento valleinclanesco. Consideramos dramaturgos del 98 a Unamuno, Azorín, Jacinto Grau y Valle.
Miguel de Unamuno (1864-1936), al que ya hemos visto como poeta, novelista y, en breve, ensayista, es uno de los nombres principales del 98. En teatro destaca su sobriedad, por lo que se le ha dado en llamar a su dramaturgia, Teatro desnudo. Hace dramas de tesis, es decir, obras en la que lo importante es la idea que representa el pensamiento del autor, por lo que escenografía y personajes se ven reducidos. El tema fundamental de su obra es el mismo que se recoge en novelas y ensayos: el conflicto existencial. Destacan en su producción obras como la actualizada obra griega Fedra  (1910), El otro (1926) o La venda (1899)[2].
José Martínez Ruiz, Azorín (1874-1967) prefiere un teatro antirrealista en el que navegan las preocupaciones internas del dramaturgo. Comedia del arte (1927) o la trilogía Lo invisible son sus obras más destacadas.
Ramón María del VALLE INCLÁN (1866-1936)[4]. Ramón del Valle y Peña nació en Villanueva de Arousa en una familia noble aunque no bien acomodada. Tomo el pomposo nombre de un antepasado suyo. Más que dedicarse a los estudios prefiere inmiscuirse en los círculos literarios de Galicia, Madrid y México inventándose, muchas veces, datos de su propia biografía, animando con anécdotas varias cada café de artistas que visitaba. Es un bohemio de fin de siglo que empieza a tomar conciencia, desde su Modernismo esteta y propenso a la evasión, de los problemas asociados al Desastre de 1898.  Es el creador del Esperpento, como deformación absoluta de la realidad para, precisamente, conocer la verdadera realidad. Tuvo periodos de éxito y de polémicas con la Autoridad pertinente.
Ruiz Ramón propone varias etapas para estudiar el teatro de Valle:
1.      Ciclo mítico. Nos sitúa en una Galicia fantástica y sobrenatural como en Comedias bárbaras [trilogía formada por Águila de Blasón (07), Romance de lobos (08) y Cara de plata (22)] o en El embrujado (1913) o Divinas Palabras (1920).
2.      Ciclo de la farsa. Empieza a reflejar la sociedad de un modo grotesco. Farsa y licencia de la reina castiza (1920) donde se burla de los personajes importantes del finales del siglo XIX y principios del siglo XX.
3.      Esperpento. “Inventado por Goya”, como dice Max Estrella en Luces de bohemia, el esperpento es el proceso hispánico por el cual se sublima lo grotesco, eso que parece gracioso pero que tiene un fondo de amargura y patetismo. Es un movimiento antiburgués que roza el expresionismo y critica la corrupción de una sociedad movida por el interés, el dinero… La deformación llega al lenguaje mezclando usos y giros idiomáticos de todo tipo: el modernista petulante, el coloquialismo, el lenguaje prostibulario… muy parecido al lenguaje de Quevedo en el siglo XVII. Las obras más destacadas dentro del Esperpento son Martes de carnaval [Los cuernos de don Friolera (21), Las galas del difunto (26) y la polémica La hija del capitán (27)[5]] y, por supuesto, Luces de bohemia.
Luces de bohemia (1920) es un viaje dantesco, es decir, siguiendo los pasos de Dante en el Infierno[6] , que realiza el poeta ciego Max Estrella acompañado y guiado por don Latino de Hispalis. En las veinticuatro horas que representan las quince escenas de esta obra se ve el Madrid bohemio, anacrónico, sucio, anarquista, de principios del siglo XX. El gran número de personajes representan la sociedad de la época y  muchos de ellos son marionetas del autor, ya sea como muñecos, animales o cosas. Son famosas, en este punto, las acotaciones de Valle, una prosa delicada a la par que grotesca sobre la posición y descripción de los personajes que están en escena. El estilo viene a conformar la proyección paródica de los asuntos históricos de que trata la obra a través de citas ajenas como recurso paródico donde todo es crítica y todo es criticable. [7]


















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