sábado, 26 de noviembre de 2016

III. Generación del 27. Apuntes y antología

POESÍA DE LA GENERACIÓN DEL 27




La Generación del 27 está formada por una nómina de escritores, nacidos en fechas cercanas, que tienen un acontecimiento cultural común, el tercer centenario de la muerte de Góngora (1927), con intereses comunes, pues son poetas, profesores, críticos literarios, etc., y amigos, que fueron reunidos como tal en la antología que Gerardo Diego publicó en 1932 (Poesía española). Sus orígenes son parecidos, la mayoría pertenecen a clases más o menos acomodadas, muchos estudian en la Residencia de Estudiantes y participan en las revistas literarias del momento:  Carmen, Litoral, Verso y prosa...
     Sus integrantes son, para la mayoría de los estudiosos, Pedro Salinas (1892), Jorge Guillén (1893), Gerardo Diego (1896), Federico García Lorca (1898), Vicente Aleixandre (1898), Dámaso Alonso (1898), Emilio Prados (1899), Luis Cernuda (1902), Rafael Alberti (1902) y Manuel Altolaguirre (1905). Por sus contactos e influencias, algunos críticos incluyen a Miguel Hernández (1910) en algunas ocasiones dentro de la lista de los autores de la Generación del 27.
     Este grupo recorre las Vanguardias en la segunda y tercera década del siglo pero cada uno desarrolla su propia carrera recalando en lo tradicional, lo gongorino, etc. Se pueden señalar tres etapas. La primera llegaría hasta 1927 y estaría enmarcada en las Vanguardias, el Neorromanticismo y la Poesía Pura. La segunda, supondría una humanización de la poesía (de 1927 a 1936). La última, supondría el final del grupo (por la muerte y el exilio de algunos de sus componentes) así como las carreras diferentes y particulares.
     Sus influencias más destacadas son las Vanguardias, Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado, Ramón Gómez de la Serna, Miguel de Unamuno, José Ortega y Gasset (entre los coetáneos), Gustavo Adolfo Bécquer y Rubén Darío (entre los autores predecesores) y Jorge Manrique, Garcilaso, San Juan, Lope de Vega, Quevedo, por supuesto Góngora (entre los autores clásicos) y una gran dependencia de la poesía popular (canciones y romances).
     Las tendencias más destacadas de esta Generación son: el Neopopularismo (Alberti y Lorca), el Purismo (Guillén), el Neorromanticismo (Salinas) y el Surrealismo (Lorca, Alberti, Aleixandre y Cernuda).
     Sus características principales son:
·         Ansia de renovación estética (herencia vanguardista).
·         Lenguaje cuidado con manejo de diferentes registros.
·         Uso de la metáfora (sobre todo en el poema surrealista).
·         Una métrica de verso libre o con reminiscencias clásicas (sonetos, romances...).
·         Evolución hacia problemas humanos.

Pedro SALINAS

      El mayor de la Generación del 27 ha sido considerado el “poeta del amor” de la misma. En sus obras establece un continuo diálogo con las cosas,  la amada y el mundo. Sus primeras obras son de corte vanguardista (Presagios, 1923;  Seguro azar, 1929  y  Fábula y signo, 1931).


Underwood girls
Quietas dormidas están,
las treinta redondas blancas.
Entre todas
sostienen el mundo.
Míralas aquí en su sueño,
como nubes,
redondas, blancas y dentro
destinos de trueno y rayo,
destinos de lluvia lenta,
de nieve, de viento, signos.
Despiértalas,
con contactos saltarines
de dedos rápidos, leves,
como músicas antiguas.
Ellas suenan otra música:
fantasías de metal
valses duros, al dictado,
Que se alcen desde siglos
todas iguales, distintas
como las olas del mar
y una gran alma secreta.
que se crean que es la carta,
la fórmula como siempre.
Tú alócate
bien los dedos, y las
raptas y las lanzas,
a las treinta, eternas ninfas
contra el gran mundo vacío,
blanco en blanco.
Por fin a la añoranza pura,
sin palabras sin sentido,
ese, zeda, jota, i...
Fábula y signo

El diálogo con el amor se establece en sus obras más representativas: La voz a ti debida (1933), Razón de amor (1936) y Largo lamento (1936-39). Títulos debidos al estudio de la obra de Garcilaso de la Vega, la  lírica amorosa medieval y de Bécquer. En estos libros la experiencia amorosa deja paso a un deseo de conocimiento esencial de la amada, una manera de llegar al tú real del ser con quien establece su diálogo amoroso.
Para vivir no quiero
islas, palacios, torres.
¡Qué alegría más alta:
vivir en los pronombres!
Quítate ya los trajes,
las señas, los retratos;
yo no te quiero así,
disfrazada de otra,
hija siempre de algo.
Te quiero pura, libre,
irreductible: tú.
Sé que cuando te llame
entre todas las gentes
del mundo,
sólo tú serás tú.
Y cuando me preguntes
quién es el que te llama,
el que te quiere suya,
enterraré los nombres,
los rótulos, la historia.
Iré rompiendo todo
lo que encima me echaron
desde antes de nacer.
Y vuelto ya al anónimo
eterno del desnudo,
de la piedra, del mundo,
te diré:
"Yo te quiero, soy yo."
La voz a ti debida

Tras la guerra, y en el exilio, el diálogo se establece con el mundo a través de El contemplado (1946), Todo más claro (1949) y Confianza (1955), ésta última, póstuma. Como también había hecho Juan ramón Jiménez, el mar, imponente, deja un momento de reflexión al poeta para trascender. 
De mirarte tanto y tanto,
del horizonte a la arena,
despacio,
del caracol al celaje,
brillo a brillo, pasmo a pasmo,
te he dado nombre: los ojos
te lo encontraron, mirándote.
Por las noches,
soñando que te miraba,
al abrigo de los párpados
maduró, sin yo saberlo,
este nombre tan redondo
que hoy me descendió a los labios.
Y lo dicen asombrados
de la tarde que lo dicen.
¡Si era fatal el llamártelo!
¡Si antes de la voz, ya estaba
en el silencio tan claro!
¡Si tú has sido para mí,
desde el día
que mis ojos te estrenaron,
el Contemplado, el constante
Contemplado!
 
El Contemplado

Jorge GUILLÉN

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         Purista, seguidor de Juan Ramón, Guillén nos deja un legado poético en tres obras (Cántico, Clamor y Homenaje) de una globalidad inusitada. Cántico (1928 y tres ediciones de ampliación: 1936, 45 y 50) es una obra feliz que exalta valores como la vitalidad y la alegría en un marco general en el que también existe el dolor  y la muerte.
PERFECCIÓN
Queda curvo el firmamento,
Compacto azul, sobre el día.
Es el redondeamiento
Del esplendor: mediodía.
Todo es cúpula. Reposa,
Central sin querer, la rosa,
A un sol en cénit sujeta.
Y tanto se da el presente
Que al pie caminante siente
La integridad del planeta.
Cántico
Clamor  da nombre a una trilogía  compuesta por Maremágnum, Que van a dar en la mar  y  A la altura de las circunstancias (1957, 1960 y 1963, respectivamente) y, como su mismo título indica, es un grito ante la injusticia del mundo con la constante de la búsqueda de la belleza.
Ay, patria,
con malos padres y con malos hijos
o tal vez nada más desventurados
en el gran desconcierto de una crisis
que no se acaba nunca.
A la altura de las circunstancias
Homenaje (1967) canta a la amistad y rinde culto a las grandes obras de la literatura, y Aire Nuestro (1968) es una vuelta al principio pues retoma Cántico desde la madurez y vejez que dan una perspectiva diferente al elogio de la vida, junto con el resto de sus obras. 
Sobre el silencio nocturno
Se levantan, se suceden
Frases. Las impulsa un ritmo:
Claro desfile de versos
Que sin romper el negror
De la noche a mí me alumbran.
Se funden cadencia y luz:
Palabra hacia poesía,
Que se cumple acaso en ti,
en tu instante de poeta,
Mi lector.
Homenaje

Gerardo DIEGO

Uno de los autores del 27 con mayor variedad temática es Gerardo Diego. Su extensa obra tiene temas muy variados, desde las cosas del mundo hasta la espiritualidad,  e influencias diversas. Siguiendo sus directrices se clasifica su obra en Absoluta y Relativa. La primera es vanguardista, sobre todo creacionista, como en Imagen (1922) y la destacada Manual de espumas (1924). 

Puente arriba puente abajo
la lluvia está paseando
Del río nacen mis alas
y la luz es de los pájaros
Nosotros estamos tristes
Vosotros lo estáis también
Cuándo vendrá la primavera
a patinar sobre el andén
El invierno pasa y pasa
río abajo río arriba
Le ha visto la molinera
cruzar con la cabeza pensativa
El árbol cierra su paraguas
y de mi mano nace el frío
Pájaros viejos y estrellas
se equivocan de nido
Cruza la lluvia a la otra orilla
No he de maltratarla yo
Ella acelera el molino
y regula el reloj
El sol saldrá al revés mañana
y la lluvia vacía
volará a refugiarse en la campana
Manual de espumas

La poesía Relativa sería aquella en la que se recurre a formas y temas tradicionales con una influencia de la etapa vanguardista. Versos humanos y Alondra de verdad  (1925, 1941), son quizá los libros más representativos. Destaca la perfecta factura clásica de sus romances y sonetos.
 
Déjame acariciarte lentamente,
déjame lentamente comprobarte,
ver que eres de verdad, un continuarte
de ti misma a ti misma extensamente.
Onda tras onda irradian tu frente
y, mansamente, apenas sin rizarte,
rompen sus diez espumas al besarte
de tus pies en la playa adolescente.
Así te quiero, fluida y sucesiva,
manantial tú de ti, agua furtiva,
música para el tacto perezosa.
Así te quiero, en límites pequeños,
aquí y allá, fragmentos, lirio, rosa,
y tu unidad después, luz de mis sueños.
Alondra de verdad

Dámaso ALONSO

     Aunque hablaremos de este autor en el tema de la lírica posterior a la Guerra Civil, bueno es nombrarlo dentro de la Generación que lo descubrió como poeta.
Poemas puros, poemillas de la ciudad (1921), de influencia juanrramoniana, junto con la edición crítica que preparó para las Soledades (1927), con motivo de la celebración del tercer centenario de la muerte de Góngora, son sus obras más destacadas. Ya veremos cómo tras la guerra adopta un tono trágico y existencialista que  sobrecoge a toda la poesía desarraigada de la posguerra. Dejo el magnífico poema, con influencias surrealistas, que representa a Hijos de la ira (1944):  

Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres (según las últimas estadísticas).
A veces en la noche yo me revuelvo y me incorporo en este nicho en el que hace 45 años que me pudro,
y paso largas horas oyendo gemir al huracán, o ladrar los perros, o fluir blandamente la luz de la luna.
Y paso largas horas gimiendo como el huracán, ladrando como un perro enfurecido, fluyendo como la leche de la ubre caliente de una gran vaca amarilla.
Y paso largas horas preguntándole a Dios, preguntándole por qué se pudre lentamente mi alma,
por qué se pudren más de un millón de cadáveres en esta ciudad de Madrid,
por qué mil millones de cadáveres se pudren lentamente en el mundo.
Dime, ¿qué huerto quieres abonar con nuestra podredumbre? ¿Temes que se te sequen los grandes rosales del día,
las  tristes azucenas letales de tus noches?
Federico GARCÍA LORCA

            Sus primeras obras son de influencia modernista (Libro de poemas, 1921) si bien pronto recupera formas tradicionales con influencia vanguardista (Romancero Gitano, 1928; Poema del cante jondo, 1931). Su viaje por Estados Unidos y Sudamérica, en la década de los 30, le llevan a una estética surrealista (también presente en su teatro, del que ya hablaremos), sobre todo en Poeta en Nueva York, publicado póstumamente en 1940. Su última etapa recoge todas las corrientes anteriores (Vanguardismo, poesía tradicional, Modernismo…) y una revisión de la simbología de San Juan y de los poemas árabes en obras póstumas como Diván del Tamarit  o Sonetos del amor oscuro. La influencia de la elegía de Jorge Manrique es notable en un libro de 1935: Llanto por la muerte de Ignacio Sánchez Mejías.
            En el estilo lorquiano destaca la diversidad temática, la evolución desde una poesía deshumanizada a una llamada de atención sobre el hombre y el uso pulcro de las formas poéticas regulares (sonetos, romances, canciones) y del desbocado verso libre de sus obras surrealistas. La metáfora pura es notoria y busca el impacto de la imagen como influencia vanguardista, incluso en los sonetos más clásicos. Sus temas fundamentales son el amor y la muerte, desde la perspectiva clásica de Eros/Thanatos, pero también como salida a la frustración del amor no correspondido y la injusticia social de los marginados (gitanos en el Romancero, negros y homosexuales en Poeta). La influencia surrealista determina una serie de símbolos de raigambre onírica como son los metales, la luna y el color verde (casi siempre como avisos de muerte).

ROMANCERO GITANO
<…>¡Oh ciudad de los gitanos!
En las esquinas, banderas.
Apaga tus verdes luces
que viene la benemérita
¡Oh ciudad de los gitanos!
¿Quién te vio y no te recuerda?
Dejadla lejos del mar,
sin peines para sus crenchas. <…>
(Romance de La Guardia Civil)
<…>Sucia de besos y arena
yo me la llevé del río.
Con el aire se batían
las espadas de los lirios.<…>
(La casada infiel)
Verde que te quiero verde.
Verde viento. Verdes ramas.
El barco sobre la mar
y el caballo en la montaña.
Con la sombra en la cintura
ella sueña en su baranda
verde carne, pelo verde,
con ojos de fría plata.
Verde que te quiero verde.
Bajo la luna gitana,
las cosas la están mirando
y ella no puede mirarlas.<…>
(Romance sonámbulo)
El Romancero Gitano es una obra que aúna tradición y modernidad. Toma del Romancero tradicional el gusto por la concreción de escenas, la inserción de diálogo sin presentaciones y, por supuesto, la forma. Pero sus metáforas son vanguardistas: el verde de la guardia civil como símbolo de la muerte que atenaza a los gitanos marginados, la muerte constante presente en lunas esquivas, navajas brillantes y un amor casi prohibido de escenas preciosas. Observa con atención los versos “Con el aire se batían / las espadas de los lirios” e intenta desentrañarlos.
POETA EN NUEVA YORK
Oda a Walt Whitman

Por el East River y el Bronx
los muchachos cantaban enseñando sus cinturas,
con la rueda, el aceite, el cuero y el martillo.
Noventa mil mineros sacaban la plata de las rocas
y los niños dibujaban escaleras y perspectivas.

Pero ninguno se dormía,
ninguno quería ser el río,
ninguno amaba las hojas grandes,
ninguno la lengua azul de la playa.

Por el East River y el Queensborough
los muchachos luchaban con la industria,
y los judíos vendían al fauno del río
la rosa de la circuncisión
y el cielo desembocaba por los puentes y los tejados
manadas de bisontes empujadas por el viento.

Pero ninguno se detenía,
ninguno quería ser nube,
ninguno buscaba los helechos
ni la rueda amarilla del tamboril.

Cuando la luna salga
las poleas rodarán para tumbar el cielo;
un límite de agujas cercará la memoria
y los ataúdes se llevarán a los que no trabajan.

Nueva York de cieno,
Nueva York de alambres y de muerte.
¿Qué ángel llevas oculto en la mejilla?
¿Qué voz perfecta dirá las verdades del trigo?
¿Quién el sueño terrible de sus anémonas manchadas?

Ni un solo momento, viejo hermoso Walt Whitman,
he dejado de ver tu barba llena de mariposas,
ni tus hombros de pana gastados por la luna,
ni tus muslos de Apolo virginal,
ni tu voz como una columna de ceniza;
anciano hermoso como la niebla
que gemías igual que un pájaro
con el sexo atravesado por una aguja,
enemigo del sátiro,
enemigo de la vid
y amante de los cuerpos bajo la burda tela.
Ni un solo momento, hermosura viril
que en montes de carbón, anuncios y ferrocarriles,
soñabas ser un río y dormir como un río
con aquel camarada que pondría en tu pecho
un pequeño dolor de ignorante leopardo.

Ni un sólo momento, Adán de sangre, macho,
hombre solo en el mar, viejo hermoso Walt Whitman,
porque por las azoteas,
agrupados en los bares,
saliendo en racimos de las alcantarillas,
temblando entre las piernas de los chauffeurs
o girando en las plataformas del ajenjo,
los maricas, Walt Whitman, te soñaban.

¡También ese! ¡También! Y se despeñan
sobre tu barba luminosa y casta,
rubios del norte, negros de la arena,
muchedumbres de gritos y ademanes,
como gatos y como las serpientes,
los maricas, Walt Whitman, los maricas
turbios de lágrimas, carne para fusta,
bota o mordisco de los domadores.

¡También ése! ¡También! Dedos teñidos
apuntan a la orilla de tu sueño
cuando el amigo come tu manzana
con un leve sabor de gasolina
y el sol canta por los ombligos
de los muchachos que juegan bajo los puentes.

Pero tú no buscabas los ojos arañados,
ni el pantano oscurísimo donde sumergen a los niños,
ni la saliva helada,
ni las curvas heridas como panza de sapo
que llevan los maricas en coches y terrazas
mientras la luna los azota por las esquinas del terror.

Tú buscabas un desnudo que fuera como un río,
toro y sueño que junte la rueda con el alga,
padre de tu agonía, camelia de tu muerte,
y gimiera en las llamas de tu ecuador oculto.

Porque es justo que el hombre no busque su deleite
en la selva de sangre de la mañana próxima.
El cielo tiene playas donde evitar la vida
y hay cuerpos que no deben repetirse en la aurora.

Agonía, agonía, sueño, fermento y sueño.
Éste es el mundo, amigo, agonía, agonía.
Los muertos se descomponen bajo el reloj de las ciudades,
la guerra pasa llorando con un millón de ratas grises,
los ricos dan a sus queridas
pequeños moribundos iluminados,
y la vida no es noble, ni buena, ni sagrada.

Puede el hombre, si quiere, conducir su deseo
por vena de coral o celeste desnudo.
Mañana los amores serán rocas y el Tiempo
una brisa que viene dormida por las ramas.

Por eso no levanto mi voz, viejo Walt Whítman,
contra el niño que escribe
nombre de niña en su almohada,
ni contra el muchacho que se viste de novia
en la oscuridad del ropero,
ni contra los solitarios de los casinos
que beben con asco el agua de la prostitución,
ni contra los hombres de mirada verde
que aman al hombre y queman sus labios en silencio.
Pero sí contra vosotros, maricas de las ciudades,
de carne tumefacta y pensamiento inmundo,
madres de lodo, arpías, enemigos sin sueño
del Amor que reparte coronas de alegría.

Contra vosotros siempre, que dais a los muchachos
gotas de sucia muerte con amargo veneno.
Contra vosotros siempre,
Faeries de Norteamérica,
Pájaros de la Habana,
Jotos de Méjico,
Sarasas de Cádiz,
Ápios de Sevilla,
Cancos de Madrid,
Floras de Alicante,
Adelaidas de Portugal.

¡Maricas de todo el mundo, asesinos de palomas!
Esclavos de la mujer, perras de sus tocadores,
abiertos en las plazas con fiebre de abanico
o emboscadas en yertos paisajes de cicuta.

¡No haya cuartel! La muerte
mana de vuestros ojos
y agrupa flores grises en la orilla del cieno.
¡No haya cuartel! ¡Alerta!
Que los confundidos, los puros,
los clásicos, los señalados, los suplicantes
os cierren las puertas de la bacanal.

Y tú, bello Walt Whitman, duerme a orillas del Hudson
con la barba hacia el polo y las manos abiertas.
Arcilla blanda o nieve, tu lengua está llamando
camaradas que velen tu gacela sin cuerpo.
Duerme, no queda nada.
Una danza de muros agita las praderas
y América se anega de máquinas y llanto.
Quiero que el aire fuerte de la noche más honda
quite flores y letras del arco donde duermes
y un niño negro anuncie a los blancos del oro
la llegada del reino de la espiga.
SONETOS DEL AMOR OSCURO
Observa la perfección de la métrica y las imágenes vanguardistas.
El amor, desesperado en el primero, ilusionado en el segundo, da unidad a esta obra. Un amor que hiere, como en el Cántico espiritual  de San Juan.
SONETO DE LA DULCE QUEJA
Tengo miedo a perder la maravilla
de tus ojos de estatua y el acento
que de noche me pone en la mejilla
la solitaria rosa de tu aliento.
Tengo pena de ser en esta orilla
tronco sin ramas; y lo que más siento
es no tener la flor, pulpa o arcilla,
para el gusano de mi sufrimiento.
Si tú eres el tesoro oculto mío,
si eres mi cruz y mi dolor mojado,
si soy el perro de tu señorío,
no me dejes perder lo que he ganado
y decora las aguas de tu río
con hojas de mi otoño enajenado.
EL POETA HABLA POR TELÉFONO CON EL AMOR
Tu voz regó la duna de mi pecho
en la dulce cabina de madera.
Por el sur de mis pies fue primavera
y al norte de mi frente flor de helecho.
Pino de luz por el espacio estrecho
cantó sin alborada y sementera
y mi llanto prendió por vez primera
coronas de esperanza por el techo.
Dulce y lejana voz por mí vertida.
Dulce y lejana voz por mí gustada.
Lejana y dulce voz amortecida.
Lejana como oscura corza herida.
Dulce como un sollozo en la nevada.
¡Lejana y dulce en tuétano metida!




Vicente ALEIXANDRE

    Condecorado con el Premio Nobel de Literatura en 1977, la larga vida de este poeta fue un luchar con una inhabilitadora enfermedad, un volver a su paraíso infantil como refugio de sus males y una voluntad de encontrar el amor en el mundo a través de la naturaleza. Sus primeras obras son puristas  y destacan poemas en prosa como Espadas como labios (1932), Pasión de la tierra (1935) o el versolibrismo de La destrucción o el amor (1935), título en el que se ve una de las características de su estilo, el valor identificativo de la conjunción o. En estas obras la fusión de lso amantes en la plena inserción en la naturaleza, en el cosmos como una parte más de una infinita armonía. La influencia del surrealismo ya es notoria en esta fechas pero es en Sombra del paraíso (de 1944, un año clave junto con Hijos de la ira, de Alonso, para la gestación de la poesía desarraigada de la posguerra) la obra en que queda más patente esa filiación surrealista.
     Historia del corazón (1954) y En un vasto dominio (1962) suponen el principio de una evolución poética hacia lo humano. Y en Poemas de la consumación (1968) hace una reflexión de la vida.

CIUDAD DEL PARAÍSO

                                           
                                            A mi ciudad de Málaga

Siempre te ven mis ojos, ciudad de mis días marinos.
Colgada del imponente monte, apenas detenida
en tu vertical caída a las ondas azules,
pareces reinar bajo el cielo, sobre las aguas,
intermedia en los aires, como si una mano dichosa
te hubiera retenido, un momento de gloria,
antes de hundirte para siempre en las olas amantes.

Pero tú duras, nunca desciendes, y el mar suspira
o brama por ti, ciudad de mis días alegres,
ciudad madre y blanquísima donde viví, y recuerdo,
angélica ciudad que, más alta que el mar, presides sus espumas.
Calles apenas, leves, musicales. Jardines
donde flores tropicales elevan sus juveniles palmas gruesas.
Palmas de luz que sobre las cabezas, aladas,
merecen el brillo de la brisa y suspenden
por un instante labios celestiales que cruzan
con destino a las islas remotísimas, mágicas,
que allá en el azul índigo, libertadas, navegan.
Allí también viví, allí, ciudad graciosa, ciudad honda.
Allí donde los jóvenes resbalan sobre la piedra amable,
y donde las rutilantes paredes besan siempre
a quienes siempre cruzan, hervidores de brillos.
Allí fui conducido por una mano materna.
Acaso de una reja florida una guitarra triste
cantaba la súbita canción suspendida del tiempo;
quieta la noche, más quieto el amante,
bajo la lucha eterna que instantánea transcurre.
Un soplo de eternidad pudo destruirte,
ciudad prodigiosa, momento que en la mente de un dios emergiste.
Los hombres por un sueño vivieron, no vivieron,
eternamente fúlgidos como un soplo divino.
Jardines, flores. Mar alentado como un brazo que anhela
a la ciudad voladora entre monte y abismo,
blanca en los aires, con calidad de pájaro suspenso
que nunca arriba. ¡Oh ciudad no en la tierra!
Por aquella mano materna fui llevado ligero
por tus calles ingrávidas. Pie desnudo en el día.
Pie desnudo en la noche. Luna grande. Sol puro.
Allí el cielo eras tú, ciudad que en él morabas.
Ciudad que en él volabas con tus alas abiertas.
 Sombra del paraíso

Rafael ALBERTI

     A Alberti se le reconoce por ser uno de los autores más diversos de la Generación. Diverso en temática pero, muy especialmente, en influencias y corrientes: neopopularista, barroquista, surrealista,  poeta de compromiso social y político y nombre clave dentro de nuestra poesía del exilio. Marinero en tierra, su primera obra y Premio Nacional de Literatura de 1925, expresa desde la forma y temas tradicionales esa primera unión con los elementos vanguardistas. Habla como pasará en Sombra del paraíso (entrada anterior) del paraíso terrenal que nunca se recupera: la infancia.
Si mi voz muriera en tierra,
llevadla al nivel del mar
y nombradla capitana 
de un blanco bajel de guerra.
¡Oh mi voz condecorada 
con la insignia marinera:
sobre el corazón un ancla
y sobre el ancla una estrella
y sobre la estrella el viento
y sobre el viento la vela!
 
     Cal y canto (1929), con el artificio y complejidad propio de la poesía barroca, mezcla su admiración por los clásicos del Siglo de Oro y las invenciones estéticas modernas, como las imágenes sorprendentes. Buena parte de sus arriesgadas metáforas y mezclas imposibles en cuanto a sensaciones, léxico, etc, se deben a su etapa surrealista con obras como Sobre los ángeles o Sermones y moradas (1929, 1934). 
El ángel bueno
Dentro del pecho se abren 
corredores anchos, largos,
que sorben todas las mares.
   Vidrieras, 
que alumbran todas las calles.
   Miradores,
que acercan todas las torres. 
  Ciudades deshabitadas
se pueblan, de pronto. Trenes
descarrilados, unidos
marchan.
   Naufragios antiguos flotan.
La luz moja el pie en el agua.
   ¡Campanas!
   Gira más de prisa el aire.
El mundo, con ser el mundo,
en la mano de una  niña
cabe.
   ¡Campanas!
Una carta del cielo bajó un ángel.

 
Sobre los ángeles
     Su poesía social y comprometida es una vuelta a los problemas del otro que hay que entender desde una perspectiva comunista. Factor destacado, sobre todo, en la Guerra Civil con obras como El poeta en la calle. Durante el exilio el tema fundamental de su poesía es España, el recuerdo de la patria, de los amigos... la añoranza. 

Luis CERNUDA

     El poeta más sensible de la Generación del 27 reúne en La realidad y el deseo (cuya primera edición es de 1936 aunque fue ampliado en sucesivas ocasiones) todo el sentido de su obra. La vida para Cernuda es un contínuo luchar entre lo que quiería y lo que lograba, es decir, una frustración llevada a las letras a través de la expresión surrealista con influencias románticas (Novalis, Bécquer...).
     Su primera obra fue denostada por la crítica (Perfil del aire) a pesar de su pureza. Es en su etapa surrealista cuando empieza a destacar con obras como Un río, un amor (1929), Los placeres prohibidos (1931) o Donde habite el olvido (1934, título homónimo de un verso becqueriano). En esta etapa reivindica la libertad, de recuerdo y de elección sexual, la pasión amorosa y sus consecuencias: desengaño, desesperación, etc.
Donde habite el olvido,
En los vastos jardines sin aurora;
Donde yo solo sea
Memoria de una piedra sepultada entre ortigas
Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.
Donde mi nombre deje
Al cuerpo que designa en brazos de los siglos,
Donde el deseo no exista.
En esa gran región donde el amor, ángel terrible,
No esconda como acero
En mi pecho su ala,
Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento.
Allá donde termine ese afán que exige un dueño a imagen suya,
Sometiendo a otra vida su vida,
Sin más horizonte que otros ojos frente a frente.
Donde penas y dichas no sean más que nombres,
Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo;
Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo,
Disuelto en niebla, ausencia,
Ausencia leve como carne de niño.
Allá, allá lejos; 
Donde habite el olvido.
No decía palabras,
acercaba tan sólo un cuerpo interrogante,
porque ignoraba que el deseo es una pregunta
cuya respuesta no existe,
una hoja cuya rama no existe,
un mundo cuyo cielo no existe.
La angustia se abre paso entre los huesos,
remonta por las venas
hasta abrirse en la piel,
surtidores de sueño
hechos carne en interrogación vuelta a las nubes.
Un roce al paso,
una mirada fugaz entre las sombras,
bastan para que el cuerpo se abra en dos,
ávido de recibir en sí mismo
otro cuerpo que sueñe;
mitad y mitad, sueño y sueño, carne y carne;
iguales en figura, iguales en amor, iguales en deseo.
Aunque sólo sea una esperanza,
porque el deseo es pregunta cuya respuesta
nadie sabe.
     Tras la guerra, exiliado en México, escribe la nostalgia del que está lejos, es consciente de la muerte cercana y se desengaña de los antiguos amigos. La obra más destacada es Desolación de la Quimera (1962).







EL TEATRO DE LA GENERACIÓN DEL 27


Los dramaturgos del 27 fueron vanguardistas y aplicaron a su teatro las técnicas de los ismos más importantes.

Rafael ALBERTI (1902-1999)
Antes de la guerra su teatro vanguardista trata los mismos temas que su poesía, recorriendo también las mismas influencias (neopopularismo, surrealismo...): El hombre deshabitado. Sus obras del exilio muestran angustia y añoranza: El adefesio (1944), Noche de guerra en el Museo del Prado (1956).

Max AUB (1903-1972)
Francés de nacimiento y valenciano de corazón. Sus obras anteriores a la guerra son vanguardistas, si bien destacan, sobre todo, sus obras del exilio: El rapto de Europa (1946) donde el conflicto lo llevan a cabo una serie de poetas españoles exiliados en la Guerra Civil.

Alejandro CASONA (1903-1965)
Es un dramaturgo casi lírico que trata temas trascendentes para el ser humano. La sirena varada (1933) y Nuestra Natacha (1936) son sus obras más representativas de preguerra. En el exilio su teatro se hace aún más poético: Prohibido suicidarse en primavera (1937) y La dama del alba (1944).

Federico GARCÍA LORCA (1898-1936)
Al igual que en su poesía su teatro trata la oposición entre el principio de autoridad y el principio de libertad. Los marginados, excluidos, los incomprendidos son atacados por un principio de autoridad que se basa en la opresión.
Sus primeras obras son muy líricas, en verso, influido por los clásicos pero también por autores modernistas que escribían teatro en verso. Su primera obra fue El maleficio de la mariposa de 1920, tan lírica y simbólica que no fue comprendida y no tuvo ningún éxito. En las siguientes, el lirismo no está en la forma sino en la manera de tratar los contenidos. Su obra cada vez más, se va acercando al concepto wagneriano de teatro total donde se integra escenografía, música, texto, danza...
Tras El Maleficio..., publica una serie de farsas para guiñol como Retablillo de don Cristóbal (1931) y para personas como La zapatera prodigiosa (1930) y Amor de don Perlimplín con Belisa en su jardín (1933). Su influencia vanguardista se ve en obras imposibles de representar, salvo montajes muy arriesgados, como son El público, de 1930, y Así que pasen cinco años, de 1931.
Sus grandes obras son aquellas en la que su producción tiende a lo humano como la historia de la malograda Mariana Pineda, de 1927 y en verso, o su trilogía sobre las mujeres andaluzas: Bodas de sangre, Yerma y La casa de Bernarda Alba (1933, 1934 y 1936, respectivamente).