Teatro
anterior a la Guerra Civil. (1898-1936). Tendencias principales, autores y
obras
-Contexto histórico
de los temas anteriores.
-Características de
los movimientos en los temas anteriores.
Los dos principales caminos del teatro anterior a la Guerra Civil son dos: el
comercial y el innovador, amén de teatro cómico y en verso.
El primero tiene un gran éxito de público, como teatro
burgués que suele tratar con dedicación la vida de la burguesía sin crítica
social. Son autores de esta corriente Arniches, Jardiel Poncela, los hermanos
Álvarez Quintero, el primer Miguel Mihura o Muñoz Seca. El máximo representante
del teatro comercial es Jacinto Benavente (1866-1954). Su mejor obra es Los
intereses creados de 1907.
El segundo premio Nobel de la Literatura Española empezó a
estrenar obras como El nido ajeno con una crítica a la burguesía,
si bien no tuvo demasiado éxito de crítica, salvo Azorín. Sus primeras obras
son realistas pero, con el tiempo, se va acomodando a la dramaturgia más
comercial.
Su obra se suele clasificar por sus interiores:
1. Burgueses
ciudadanos: El nido ajeno (1894)
2. Cosmopolitas: La
noche del sábado (1903)
3. Provincianos: La
Gobernadora (1901)
4. Rurales: La
malquerida (1913)
El teatro innovador sigue la herencia de Henrik Ibsen (Casa
de muñecas). Es un tipo de teatro con menos afluencia de público, menos
salas y, desde luego, menos rédito económico para los empresarios que no
arriesgaban con obras que no fueran a ver una gran mayoría de espectadores. Los
nombres fundamentales para entender el teatro anterior a 1936 son, sin duda,
Valle Inclán y García Lorca.
TEATRO DEL 98
El teatro del 98 surge del Modernismo y camina hacia el
esperpento valleinclanesco. Consideramos dramaturgos del 98 a Unamuno, Azorín,
Jacinto Grau y Valle.
Miguel de Unamuno (1864-1936),
al que ya hemos visto como poeta, novelista y, en breve, ensayista, es uno de
los nombres principales del 98. En teatro destaca su sobriedad, por lo que se
le ha dado en llamar a su dramaturgia, Teatro desnudo. Hace dramas de tesis, es
decir, obras en la que lo importante es la idea que representa el pensamiento
del autor, por lo que escenografía y personajes se ven reducidos. El tema
fundamental de su obra es el mismo que se recoge en novelas y ensayos: el conflicto
existencial. Destacan en su producción obras como la actualizada obra
griega Fedra (1910), El otro (1926)
o La venda (1899).
José Martínez Ruiz, Azorín (1874-1967) prefiere un teatro antirrealista en el
que navegan las preocupaciones internas del dramaturgo. Comedia del
arte (1927) o la trilogía Lo invisible son sus obras
más destacadas.
Ramón
María del VALLE INCLÁN (1866-1936).
Ramón del Valle y Peña nació en Villanueva de Arousa en una familia noble
aunque no bien acomodada. Tomo el pomposo nombre de un antepasado suyo. Más que
dedicarse a los estudios prefiere inmiscuirse en los círculos literarios de
Galicia, Madrid y México inventándose, muchas veces, datos de su propia
biografía, animando con anécdotas varias cada café de artistas que visitaba. Es
un bohemio de fin de siglo que empieza a tomar conciencia, desde su Modernismo
esteta y propenso a la evasión, de los problemas asociados al Desastre de 1898.
Es el creador del Esperpento, como deformación absoluta de la realidad
para, precisamente, conocer la verdadera realidad. Tuvo periodos de éxito y de
polémicas con la Autoridad pertinente.
Ruiz Ramón propone varias etapas para estudiar el teatro de
Valle:
1. Ciclo mítico. Nos sitúa en
una Galicia fantástica y sobrenatural como en Comedias bárbaras [trilogía
formada por Águila de Blasón (07), Romance de lobos (08)
y Cara de plata (22)] o en El embrujado (1913)
o Divinas Palabras (1920).
2. Ciclo de la farsa. Empieza
a reflejar la sociedad de un modo grotesco. Farsa y licencia de la
reina castiza (1920) donde se burla de los personajes importantes del
finales del siglo XIX y principios del siglo XX.
3. Esperpento. “Inventado por
Goya”, como dice Max Estrella en Luces de bohemia, el esperpento es
el proceso hispánico por el cual se sublima lo grotesco, eso que parece
gracioso pero que tiene un fondo de amargura y patetismo. Es un movimiento
antiburgués que roza el expresionismo y critica la corrupción de una sociedad
movida por el interés, el dinero… La deformación llega al lenguaje mezclando usos
y giros idiomáticos de todo tipo: el modernista petulante, el coloquialismo, el
lenguaje prostibulario… muy parecido al lenguaje de Quevedo en el siglo XVII.
Las obras más destacadas dentro del Esperpento son Martes de carnaval [Los
cuernos de don Friolera (21), Las galas del difunto (26)
y la polémica La hija del capitán (27)] y, por supuesto, Luces
de bohemia.
Luces de bohemia (1920)
es un viaje dantesco, es decir, siguiendo los pasos de Dante en el Infierno,
que realiza el poeta ciego Max Estrella acompañado y guiado por don Latino de
Hispalis. En las veinticuatro horas que representan las quince escenas de esta
obra se ve el Madrid bohemio, anacrónico, sucio, anarquista, de principios del
siglo XX. El gran número de personajes representan la sociedad de la época
y muchos de ellos son marionetas del autor, ya sea como muñecos, animales
o cosas. Son famosas, en este punto, las acotaciones de Valle, una prosa
delicada a la par que grotesca sobre la posición y descripción de los
personajes que están en escena. El estilo viene a conformar la proyección
paródica de los asuntos históricos de que trata la obra a través de citas
ajenas como recurso paródico donde todo es crítica y todo es criticable.
EL TEATRO DE LA GENERACIÓN DEL 27
Los dramaturgos del 27 fueron vanguardistas y aplicaron a
su teatro las técnicas de los ismos más importantes.
Rafael ALBERTI (1902-1999)
Antes de la guerra su teatro vanguardista trata los mismos
temas que su poesía, recorriendo también las mismas influencias
(neopopularismo, surrealismo...): El hombre deshabitado. Sus obras
del exilio muestran angustia y añoranza: El adefesio (1944), Noche
de guerra en el Museo del Prado (1956).
Max AUB (1903-1972)
Francés de nacimiento y valenciano de corazón. Sus obras
anteriores a la guerra son vanguardistas, si bien destacan, sobre todo, sus
obras del exilio: El rapto de Europa (1946) donde el conflicto
lo llevan a cabo una serie de poetas españoles exiliados en la Guerra Civil.
Alejandro CASONA (1903-1965)
Es un dramaturgo casi lírico que trata temas trascendentes
para el ser humano. La sirena varada (1933) y Nuestra
Natacha (1936) son sus obras más representativas de preguerra. En el
exilio su teatro se hace aún más poético: Prohibido suicidarse en
primavera (1937) y La dama del alba (1944).
Federico GARCÍA LORCA (1898-1936)
Al igual que en su poesía su teatro trata la oposición
entre el principio de autoridad y el principio de libertad. Los marginados,
excluidos, los incomprendidos son atacados por un principio de autoridad que se
basa en la opresión.
Sus primeras obras son muy líricas, en verso, influido por
los clásicos pero también por autores modernistas que escribían teatro en
verso. Su primera obra fue El maleficio de la mariposa de
1920, tan lírica y simbólica que no fue comprendida y no tuvo ningún éxito. En
las siguientes, el lirismo no está en la forma sino en la manera de tratar los
contenidos. Su obra cada vez más, se va acercando al concepto wagneriano de
teatro total donde se integra escenografía, música, texto, danza...
Tras El Maleficio..., publica una serie de
farsas para guiñol como Retablillo de don Cristóbal (1931) y
para personas como La zapatera prodigiosa (1930) y Amor
de don Perlimplín con Belisa en su jardín (1933). Su influencia
vanguardista se ve en obras imposibles de representar, salvo montajes muy
arriesgados, como son El público, de 1930, y Así que pasen
cinco años, de 1931.
Sus grandes obras son aquellas en la que su producción
tiende a lo humano como la historia de la malograda Mariana Pineda,
de 1927 y en verso, o su trilogía sobre las mujeres andaluzas: Bodas de
sangre, Yerma y La casa de Bernarda Alba (1933,
1934 y 1936, respectivamente).